De la mercería al terreno de juego

“Las mercerías son unas tiendas dignas de ser visitadas, aunque sólo sea como experiencia de la vida. La dependienta mete los fichajes en la bolsa, que hará las veces de autobús del equipo de camino a casa del ojeador”. 360gradospress se introduce esta semana en el mundillo del fútbol de botones…

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El fútbol de botones es un juego que emula a los grandes ases del fútbol pero con una jerga particular, la representada en el tablero de juego, con defensas, delanteros, mediocentros y porteros de distintos formatos y colores que viajan en autobuses especiales, se concentran entre semana y juegan los viernes de diez de la noche a una de la madrugada. Todo un descubrimiento que causa furor entre los adultos que lo practican.

Quedan todos los viernes a las 22:00 horas para disputar su particular liga. Antes, han cumplido con sus obligaciones domésticas, han cenado con su mujer o su novia o han dormido a sus hijos. Llegan a la cita con el plácet de su familia, transformados en jugadores de una disciplina que no ocupa las portadas de los periódicos, ni pelea por los derechos de transmisión pero cuyas polémicas, resultados y vivencias se guardan cada siete días en el anecdotario de la asociación que los cobija.

Son los jugadores de fútbol de botones, que cada semana reproducen en una mesa de contrachapado pulida con polvos de talco las emociones de los ídolos futbolísticos que, de una forma u otra, representan sobre el terreno de juego.

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Tienen unas normas muy rígidas y esta temporada las han perfeccionado aún más. “Es lo que más cuesta, familiarizarse con las reglas”, dice el jugador más joven, de 21 años, quien disputa su primera liga. Representa a uno de los 20 equipos de botones (uno por jugador) que juega la liga que organiza la Asociación Valenciana de Fútbol de Botones, constituida en la temporada 1996-97. Disputan tres competiciones: liga, copa y masters. La liga la componen las 20 formaciones mencionadas, la copa la disputan a partidos de ida y vuelta y el masters lo juegan quienes ocupan las seis primeras posiciones en la competición liguera. Cada uno paga 15 euros al mes, lo que les da derecho a disputar las competiciones en el local, que alquilan también con los fondos de la asociación.

Los jugadores son rastreadores y reclutadores de botones, el alma de los equipos y el equivalente a lo que Cristiano Ronaldo, Iniesta, Messi o Falcao representan en el fútbol real. La diferencia es que el mercado de fichajes no es tan caro pero sí que es difícil encontrar las canteras o mercerías de botones de calidad. “Ya no se hacen botones como los de antes. Yo he encontrado botones buenos en mercerías de Tudela, Villarrobledo, Jerez, Hellín…”. Ernesto acumula jugadores para todos los gustos, reclutados en los viajes a destinos como los que relata.

El mejor jugador
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La sensación que representa para alguien como Ernesto encontrar una pieza adecuada tiene en ocasiones connotaciones como la que relata el mejor jugador de la clase, Manolo Ricart, vigente campeón de liga y de la copa masters con su equipo, Maxplas: “Tengo 30.000 botones, en mi familia siempre se ha jugado al fútbol con botones; unos los he heredado y otros los he comprado yo, como una vez que fui a Albacete y en una mercería encontré unos botones increíbles, eran para ponerse a llorar. Salió una cantera espectacular”, explica emocionado el mejor jugador de la disciplina mientras apoya sus palabras Paco Vilches (alias Nasticdeplastic) el ‘número dos’ de la competición y vigente campeón de copa.

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El problema es que no hay tantas mercerías como antaño y, las que hay, dejan de vender los botones fetiche, “esos como los del abrigo de la abuelo”, escenifica Carlos, el alma mater del blog de la asociación y encargado de difundir los logros, avances y resultados de los equipos cada viernes. “Terminamos las jornadas pasada la una de la mañana”, explica antes de recoger los jugadores y meterlos en el autobús del equipo, una caja de madera que contiene los botones –de entre 4,5 cm y 5,5cm de ancho por 1,5 cm de alto- clasificados por demarcación –porteros, defensas, centrocampistas y delanteros-, los balones –botones más pequeños de color rojo con la base lisa- papel de lija, polvos de talco y un cronómetro. El cuerpo técnico es el portador de esta caja de los sueños para el jugador del fútbol de botones.

Pero si faltan los botones, no hay problema. Dentro del local de la asociación encontramos una especie de sala de máquinas, un taller o un rincón para la recuperación y fabricación de nuevos talentos del metacrilato. Pepe Aygües es matricero de profesión y el manitas de la competición. Hace equipos de botones al completo (2 porteros y 15 jugadores) por encargo a un precio de 50 euros, pero también repara los que han sufrido magulladuras, las pegatinas con los colores y los dorsales de los jugadores, o las zapatillas de los que necesitan cambiar el calzado (arandela de plástico unida a la base del botón).

Los viajes del ‘masajista’
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Pepe es el ‘masajista’ y ‘preparador físico’ de los botones, a los que también da una forma distinta a su bisel en función de la demarcación que ocupen en el campo, más inclinado hacia fuera o hacia adentro para los delanteros y más vertical para los defensas. Mientras maneja la maquinaria recuerda anécdotas que le han marcado en su tarea de ojeador por varios países como Francia, Rusia, Estados Unidos o como cuando reclutó 400 botones en Turquía: “Allí da gusto, hay cinco calles llenas de mercerías, pero los venden al por mayor y te ves obligado a comprar bolsas pero… ¿cómo te traes 500 botones en la maleta sin que te metan un cañazo? Diciendo que son para muestras… no puedes decir que son para jugar al fútbol de botones porque no te creerían”.

Con todo, Pepe asegura que hasta los botones más perfectos a priori han de pasar por sus manos para ser retocados, pulidos, para ponerles las zapatillas,…” y recomienda “antes de tirar un botón, pensárselo muy bien porque puedes estar tirando una joya a la basura”. También dice que por muy bueno o por muy malo que parezca un botón su rendimiento hay que verlo en el campo, “donde a lo mejor te llevas la sorpresa de ver que un botón que no servía para nada de repente te sale espectacular, o que varía su rendimiento de un campo a otro, o uno bueno se queda clavado y no puede jugar”.

Veteranos y noveles
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Sorprende no encontrar, pese a ser viernes, ningún tipo de bebida alcohólica en el local: “Tienes que estar muy concentrado y el alcohol te hace sudar”, justifica Ernesto para explicar la ausencia de bebidas. Los jugadores que participan en esta competición con sus equipos de botones tienen entre 21 y 75 años. El mayor de todos es José Sancho, “como el actor, pero soy mejor que él”, bromea mientras nos dice que él es el presidente de la asociación desde hace 16 años y que comenzó a jugar al fútbol de botones en la calle, cuando tenía 6. “Antaño se jugaba en los patios y en los corrales, no teníamos las facilidades que encontramos ahora”. Del fútbol con botones le gusta todo, pero lo que más “marcar goles con los defensas”.

Los partidos se estructuran en dos partes de 20 minutos cada una, los jugadores van intercambiando tiradas de una en una –que realizan con un tirador que ejerce una presión determinada sobre el botón para dirigirlo al balón-, el árbitro de cada partido es otro jugador que no compita en ese momento, quien se encarga de firmar el acta correspondiente al terminar el encuentro. Como en el fútbol de verdad, pero a escala, con botones y con toda la ilusión que conlleva para los amantes de un juego que deja boquiabiertos a quienes tienen un primer contacto con él.

Fuera de juego.



Sigue la actualidad del fútbol de botones en el blog de este colectivo: http://avfbotones.blogspot.com/

Óscar Delgado

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