Rebeldes con causa

Esta semana 360 Grados Press emprende un nuevo viaje hacia el pasado siglo XX para conocer a los diseñadores que rompieron en mil pedazos los dogmas o convencionalismos de una moda basada en oprimir a la mujer mediante los asfixiantes corsés y su evolución hacia la libertad y la funcionalidad de la moda femenina actual. Nos introduciremos en la línea “Directoire” de Paul Poiret, pasando por la simplicidad de Coco Chanel y la revolución que causó la colección “New Look” de Dior desembocando por la figura de Balenciaga, el pionero de la cotidianidad de la moda. Un viaje único que requiere una inmortalización en el tiempo para conocer a los diseñadores que fueron rebeldes con causa.

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Ellos, la miraban. Expectantes. Rotos por la lluvia. Perdidos en la escalera de la opresión. Ojos que emergen sobre la esencia del arco iris. Rebeldía justificada, rompiendo, secuestrando el espectro mudo de la moda que ceñía la figura de la mujer mediante los corsés. Sombras que deambulan por laberínticos jardines y que dibujan a una mujer que baila en la estrechez anónima de su cintura. Luces que son un esbozo, unos trazos que mimetizan la libertad de una mujer que goza con sus prendas en su mente. La mujer de ojos de papel. Coco Chanel busca la simplicidad, la perfección, introduciendo la dualidad del lado masculino y mezclándolos con las formas de la mujer. Ellas son reflejo de sencillez, con líneas puras que buscan el grito de la funcionalidad. Un grito. Un espectro que recobra la voz mediante una incesante melodía que suena en tugurios de medianoche. Recobra la vida, el alma, renace una nueva forma de pensar, de ser, de sentir, de cómo vestir. Una mujer que se libera y rompe con fuerza las fronteras de la estandarización de la mujer del siglo XX, gracias a ellos, a los genios incomprendidos, a los admirados y a los amados por haber tenido esa esencia de sedición  y ser unos rebeldes con causa.


Entre 1900 y 1914 París fue el centro de las industrias de lujo, especialmente, de las joyas, tejidos y de la moda. Al principio de esta época la imagen que proyectaba la mujer estaba basada en la silueta eduardiana que constaba en poseer una minúscula cintura en forma de “S”. Por lo que, los cambios con respecto a anteriores periodos eran escasos y para poder alcanzar esta irrisoria cintura se necesitaba un corsé que la comprimiera, hundiera la pelvis y proyectara el busto hacia arriba y hacia delante. Las prendas eran suntuosas y muy elaboradas como los encajes, bordados recargados, brocados, sedas, lazos y ribetes mayoritariamente de colores pastel.

En esta época aparece la figura del inconformista Paul Poiret que apostó por rechazar el dogma de la imagen de la mujer oprimida dentro de las garras de los corsés y apostó por romper en mil pedazos la estandarización de la imagen de las féminas en el mundo de la moda. Su fuente de inspiración fue Pablo Picasso y otros artistas de la vanguardia. De esta manera, Paul Poiret se consagró con una fama implacable al ser considerado el diseñador que liberó a la mujer de las cadenas de los corsés. Para ello, lanzó la línea “Directoire”, compuesta por faldas rectas desde la cintura hasta los tobillos, con una cintura elevada en cuanto al talle y que llegaba por debajo del busto.

Aquella posición eliminaba cualquier rasgo de necesidad de utilizar el corsé, que se reemplazó por un cinturón ancho. Un claro ejemplo de la línea de Poiret que hemos podido observar en la pequeña pantalla ha sido en la exquisita serie de televisión “Downton Abbey” donde se inmortalizaban a mujeres de tez de porcelana, con faldas de tonalidades burdeos, combinadas con elementos superiores de gamas oscuras o blancas, faldas que llegaban por debajo del busto y donde se postraban tiernos cinturones en la mínima expresión de la cintura.

Las elegantes féminas, otorgaban más importancia a la parte superior, por ello, las joyas y el peinado era una parte fundamental dentro del vestuario libre y sin corsés. Los diseños de Paul Poiret combinaban diversas fuentes de inspiración: orientalismo, motivos art déco, turbantes, pantalones vaporosos y exóticos kimonos de geisha. Innovador, original y con una gran capacidad para la técnica del marketing, Poiret fue el primer diseñador en lanzar un perfume que llevó por nombre Rosine  y que él mismo trabajó en la composición de la fragancia, envase y distribución.

En el estallido de la Primera Guerra Mundial cambió significativamente el rol de la mujer. Al faltar los hombres, llamados a filas en masa, las mujeres tuvieron que realizar las labores y cubrir los puestos de trabajo de éstos. Para trabajar en las fábricas, las féminas necesitaban vestuarios cómodos, por lo que, se esfumaron los ideales deliberados de la opulencia y la sofisticación de la sociedad y fueron sustituidos por la expresión de monos oscuros y pantalones de un solo color.

En 1915 los diseñadores ofrecieron un vestuario basado en la funcionalidad y el pragmatismo, inspirados en los uniformes militares. Los trajes y americanas tuvieron un hueco, antes impensable, en el armario femenino, al igual que la necesidad de llevar bolsillos para mayor funcionalidad en la esfera laboral. También ocurrió lo mismo con el calzado, apostando por zapatos cerrados y las botas de tiro alto.

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Es en este contexto donde aparece una mujer de rostro perfilado por las sombras y la oscuridad de esta época. De ojos rotos por la vida, semblante severo y sonrisa perdida encontramos a la mujer que cambió el paradigma de la moda del siglo XX. La diseñadora francesa Gabrielle Coco Chanel adaptó con estilo el nuevo atuendo, que presentaban sus coetáneos, con un sello de identidad que enmarcaba una tendencia hacia lo funcional, la simplicidad y la estética más práctica. De hecho, Christian Dior afirmó de ella: “Coco con un jersey negro y diez vueltas de perlas revolucionó la moda”.

Y así fue. Coco Chanel rompió por completo las cánones y tendencias del ámbito más pomposo de la conducta femenina, revolucionó el paradigma de la historia de la moda con tan solo la funcionalidad combinada con los accesorios y la bisutería, con su mítico collar de perlas auténticas que hicieron las delicias y el sello personal de las mujeres más sofisticadas de la era de los 60 como el caso de Jackie Kennedy. Las creaciones del mismo Poiret o Worth quedaron ridiculizadas por el look de Chanel que cambiaría la idea de la moda femenina para siempre y siendo un referente constante en la actualidad.

Coco fue la inventora del estilo chic pobre. Era a tiempo una encarnación de musa, diseñadora y de actitud vital. Inspirándose en la moda masculina revolucionó el uso de la camisa de punto, utilizada siempre como ropa interior masculina. En su primera colección, “La Pauvreté de Luxe” hizo que la cintura no fuera el centro de atención, tras siglos de desmedido protagonismo. En el mundo de Coco nunca había cabida para los corsés, los brocados o acolchados, sólo existía la elegancia basada en la simplicidad de las líneas de trajes básicos, debido a su incesante obsesión por las proporciones y las líneas perfectamente sencillas.  A lo largo de 1920, Coco Chanel hizo que la mujer vistiera con vestuario masculino, así introdujo chaquetas, trajes, camisas y americanas. A menudo utilizaba la lana para crear su legendario traje de tweed grueso para potenciar el modelo de simplicidad combinada con la sofisticación de la mujer. Algo aún más rompedor, fueron los pantalones náuticos, que ella misma solía llevar, lo que aceleró su uso por parte significativa de las mujeres.

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La creación en 1926 de “La Petite Robe Noire” (el pequeño vestido negro) de Chanel se ha convertido en un rasgo fundamental para la mujer contemporánea y los diseñadores de alta costura y de prêt-à-porter siempre lo incluyen en sus colecciones al ser un valor seguro en el mercado por ser considerado un elemento único, indispensable y básico para la mujer. De hecho, Coco Chanel supo valorar las características del color negro y sus cualidades, al igual que sus clientas que adquirían este modelo de una manera masiva.

La edición estadounidense de la revista Vogue lo comparó con el modelo de coche T de Ford y lo bautizó como “El Ford de Chanel”. Una de sus innovaciones en cuanto a la colometría fue la dualidad y la combinación entre sombras y luces, el blanco y el negro fueron almas inseparables en la paleta cromática de Chanel, potenciando así la esencia de la mujer entre tinieblas y luces. Otro elemento que la caracterizó fue que introdujo el bronceado en las pieles pálidas de las féminas, siendo una verdadera revolución que las mujeres de clase alta tuvieran dorada la piel.

Otra mujer revolucionaria en el mundo de la moda fue Madeleine Vionnet quien se inspiró en la belleza atemporal de las estatuas griegas e interpretó de una manera distinta el cuerpo y la estructura femenina. Inventó el conocido corte bies, una técnica para cortar el patrón que consiste en colocar las telas en diagonal, formando un ángulo de 45 grados respecto al orillo. Por lo que, este tipo de corte facilita el vuelo y que el vestido caiga de una manera más natural, generando volúmenes y pliegues. Una referencia en el ámbito de la moda donde se expresa la sensibilidad hacia la feminidad de la mujer y la necesidad de considerarla una criatura bella, frágil y volátil. Actualmente, este tipo de corte sigue inspirando a grandes diseñadores de nuestra época como Azzedine Alaïa.

El maestro de la sofisticación no se escapó de los garfios de ser considerado un verdadero revolucionario del siglo XX. Christian Dior presentó su primera colección en 1947 que tuvo por nombre “New Look”, la reacción fue de impacto y de escándalo, ya que, el genio de la aguja obvió la austeridad de la guerra y propuso recobrar las formas y la feminidad de la mujer con corsés y con faldas de vuelo que empleaban 45 metros de sofisticadas telas. Comprimidas por un prenda interior de nombre guêpière, las cinturas se redujeron al máximo y los hombros de las chaquetas se estrecharon e inclinaron estratégicamente para acentuar el largo de las envolventes y cálidas faldas. Los vestidos de noche de alta costura de Dior se basaban en la silueta en forma de ánfora, típica de su escandalosa colección “New Look” y que dibujan a una mujer con una casi inexistente cintura combinada con una vaporosa falda que jugaba a las proporciones.

Si Dior hizo una interpretación romántica de la Belle Époque, la obra de Cristóbal Balenciaga fue extremadamente moderna. Purista y perfeccionista en el corte, Balenciaga consiguió un equilibrio, proporciones, gamas y líneas que se fundamentaba en la armonía de sus diseños. Fue el artífice de numerosas tendencias y siluetas consideradas pioneras y que ahora se engloban en la cotidianidad de la moda. Fue el inventor de la manga tres cuartos y el escote ovalado standaway. Además fue considerado el maestro de la ilusión, ya que, dejó la clavícula de la mujer al descubierto para hacer un cuello más esbelto, parecido a la sutileza de los cisnes. Asimismo, consiguió que la mujer pareciera más alta entallando la cintura ligeramente por encima de la altura natural.

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Por último, hallamos a Hubert de Givenchy que hizo que la mujer vistiera con una paleta cromática más vitalista y colorida. Fue un símbolo de la moda, ya que, muchos de sus diseños fueron dirigidos hacia la gran pantalla. El cine de Hollywood hizo que la imagen de Givenchy gozara de una gran fama, así llegando a ser conocedor de las técnicas de promoción que actualmente aplican los diseñadores de moda utilizando los soportes mediáticos. Una de las creaciones más mediatizadas de Hubert de Givenchy fue en la película “Desayuno con Diamantes”, protagonizada por el rostro de ángel de Audrey Hepburn. De esta manera, hizo que el público admirara “La Petite Robe Noire” que lucía con gran estilo y sofisticación la actriz, lo que le conllevaría hacia un colosal éxito hasta nuestros días.

Genios de la aguja que dibujan siluetas y recorren el paraíso de las sombras y de las cadenas para introducir a la mujer en el mundo de las luces que renacen ante la libertad de la moda actual. Ellos. Magos que carecen de varita y que poseen un dedal. Los que rompieron en mil pedazos el convencionalismo de la moda del siglo XX y dejaron su alma atada y su grito roto entre nosotros. Siempre presentes, su rebeldía, sus diseños, su pensamiento, su filosofía al palpitar en las pasarelas, en la perpetuidad de las fotografías o en la ventana de las letras. Porque ellos fueron insurrectos cuando el tic-tac quedaba atrapado en los segundos de un tiempo que jugaba a los dogmas de la moda. En el ahora del tiempo suena una melodía que siembra el recuerdo de los que fueron rebeldes con causa y que encendieron la luz por la libertad de la mujer.

@InmaAB1

Adrián Cordellat

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