Cine para (con)mover

Apelar a las emociones de la gente y que éstas se traduzcan en acciones por el cambio social. Este es el objetivo del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos. Organizado por la Fundación por la Justicia desde hace cuatro años, el conocido como CDV celebra estos días en Valencia su edición más completa.

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“Cuando ves que alguien se emociona con tu trabajo, éste cobra sentido”. Llueve a mares en la ciudad de Valencia, pero un grupo de personas se ha desplazado hasta la Facultad de Derecho para asistir a la proyección de Ispansi, una película que narra la historia de 3.000 niños españoles que fueron enviados a Rusia por la República para protegerlos de los horrores de la Guerra Civil. Las palabras que abren este párrafo son de Iñaki Guevara, uno de los actores de la película. Él también se encuentra allí. La idea es que converse con los espectadores al finalizar el visionado. Le acompaña Anahí Beholi, actriz y compañera de reparto en este trabajo. “Lo más importante es la respuesta del público, el interés que muestra. Además, las películas suelen despertar muchos testimonios personales y es muy bonito. Para eso se hace el cine y se cuentan historias”, comenta ella.

Esto es en esencia el CDV: una experiencia personal y cercana mediante la que la gran pantalla adquiere un significado pleno. Así, el cine se entiende como medio para despertar las conciencias, conocer las injusticias, avivar la empatía y obtener una reacción. En esta edición, un total de 14 películas tanto nacionales como internacionales recorren diversos espacios de la ciudad con ese mismo objetivo, el de transformar la conmoción en movimiento. Y entre ellas se encuentra Niños del exilio, la primera producción a cargo de la Fundación por la Justicia. La atención de esta obra recae en los cerca de 1.000 niños que arriesgan sus vidas cada año al huir de la dominación china hacia India o Nepal.

Infancia, verdad, justicia, derechos, discapacidad, desarraigo… El CDV comprende temáticas que generalmente no tienen acogida en las grandes salas de cine, algo que también sucede con estas situaciones en la sociedad, pues suelen quedar relegadas directa o prontamente a un segundo lugar. El caso de Paco Larrañaga bien lo refleja. Paco fue condenado a muerte en Filipinas por un crimen que no cometió. Los medios de comunicación se hicieron eco de su historia y la presión social logró que su pena fuera conmutada y que pudiera cumplirla en España. A pesar de ser inocente, desde hace dos años que Paco sigue preso en una cárcel de nuestro país con motivo del limbo legal en el que se encuentra. El largometraje Give Up Tomorrow recoge esta inacabada historia que está recorriendo conciencias de nuevo gracias al CDV. Por ejemplo, las de los 300 presos de la cárcel de Picassent que tuvieron ocasión de verla en una de las proyecciones que allí se realizan; una de las apuestas más fuertes del festival.

Asimismo, el CDV guarda un espacio para las pequeñas creaciones, de ahí el concurso de cortometrajes 1 minuto, 1 derecho. Un total de 14 propuestas compiten este año, cuatro de ellas provenientes de centros penitenciarios de la Península (Valencia, Castellón, Madrid y Cantabria). Una iniciativa más que destila la razón de ser de este festival: séptimo arte para estimular el interés por cambiar el mundo a mejor. Nunca una sucesión de fotogramas fue tan directa a la cabeza y al corazón.

Enmanuel Camacho / Óscar Delgado

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