El pasado domingo 23 de febrero, coincidiendo con el 33 aniversario del frustrado golpe de estado, se emitió en La Sexta el ya famoso falso documental de Jordi Évole Operación Palace. La audiencia reventó y estalló la polémica: unos alabaron la genialidad del periodista y otros se irritaron hasta el insulto. Cosas que pasan.
El falso documentales un género en sí dentro de la ficción, y siempre contiene una parodia a laque se le da visos de verisimilitud por muy peregrinos que sean los temas quese traten o las aseveraciones y negaciones que se hagan. En el ámbito anglosajón a este género se ledenomina también mockumentary, de mock: farsa. Traducido al español cañí, pegarse un moco. Digo.
La temáticahistórica es de las más abordadas en estos documentales de ficción, conjugandoentrevistas de personajes reales con otros que no lo son y utilizando recursosdel cine realidad o la telerrealidad, en el caso de la televisión. El antecedentemás conocido es la famosa emisión radiofónica de La guerra de los mundos, de H.G.Wells, dirigida por Orson Wells en 1938, que aterrorizó a loshabitantes de Nueva York y Nueva Jersey. Estos días se ha hablado también de Zeligde Woody Allen y sobre todo de Operación Luna (Dark Side of the Moon), en la llegada del hombre a la luna se presentaba como una patraña urdidapor Richard Nixon que fue grabada ydirigida por Stanley Kubrick en suspropios estudios.
Pero no sólo el mockumentaryse da en el audiovisual. En literatura abundan los falsos librosdocumentales a los que se les suele llamar apócrifos. Cosas de la lengua que paraeste tipo de disfemismos prefiere la de Cervantes a la de Shakespeare. Empezamos porun apópcrifo sonado: los 266 Evangelios que el Concilio de Nicea, año 325, consideró que no tenían inspiración divina. ¿Mock eclesiástico? Más apócrifos: Max Aub y su Discurso deingreso en la Academia, en el que presentó una RAE, como si los republicanos hubieran ganado la Guerra Civil, con García Lorca y Miguel Hernández, entre otros, ocupando sus respectivos sillonescon nombre de letra. Otro apócrifo aubiano: Josep Torres Capalans. Esta biografía del supuesto creador del cubismojunto con Braque y Picasso, escrita en 1958, estáilustrada con fotomontajes de Josep Renau y dibujos del propio MaxAub. Y otro apócrifo para finalizar, en este caso fotográfico: Fauna,del fotógrafo Joan Fontcuberta. En estaexposición de 1987 se nos presentaban numerosas fotografías de animalesenigmáticos pertenecientes a los archivos del supuesto zoólogo alemán Peter Ameisenhaufen, misteriosamente desparecido en 1955. Con este apócrifo Fontcuberta planteaba un juego en el que nosólo se cuestionaba la verdad de la fotografía, sino la verdad científica.
En ninguna de loscasos citados he escuchado lanzar improperios a ningún intelectual de postín,por muy orgánico que fuese o por mucho que perteneciese a la vanguardiamoderada. Todo lo contrario, las alabanzas siempre han sido múltiples.
¿Por qué conÉvolé se ha armado tanto revuelo? Varias respuestas me vienen a vuelapluma, y algunasme preocupan sobremanera. En primer lugar, el poder de los medios decomunicación, en especial de la televisión, para bien y para mal, algo que yasabíamos y en el que no voy a entrar. En segundo lugar, los colegas resentidosy el viejo lastre de descatalogar al profesional de éxito. En tercer lugar, lafalta de sentido del humor de los españoles en general: nos reímos de losotros, pero no de nosotros mismos. Paradoja: ¿por qué los mismos que se ríen con los chistes misóginos, homófobos y racistas semolestan con Operación Palace? Y lamás preocupante, la ignorancia en la que vive una gran parte de la poblaciónespañola, con estudios medios o superiores incluidos, incapaz de distinguir unaficción por mucho que hayan vivido a la realidad y sus consecuencias. Mepreocupa la falta de criterio, de razonamiento de esta población que se deja embaucara la primera de cambio, incapaz de establecer una dialéctica con la imagen ocon un texto. Peligroso y alarmante.
No sé para que dijo Descartes en el siglo XVI aquello de cogito ergo sum, si casi quinientos años despuésla razón es esagran desconocida. ¿Para qué le sirvió al autor del Discurso del método decir aquello de que todos los pensamientos,todas las vivencias, tienen la peculiaridad de resistir los embatesde la duda? Si una gran parte de la población española no ríe, no duda,lo tenemos difícil para se comprenda aquello que planteaba Erasmo de Rotterdam de la razón de la sinrazón. Así pasa lo quepasa con Jordi Évole. Digo.
Soma Comunicación