Maridos

Por Javier Montes, periodista

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Cuando uno decide cocinar una fabada debe saber que las fabes, el chorizo, la morcilla y el lacón tienen que estar a fuego lento durante toda una mañana. Lo ideal es dejar reposar este plato típicamente asturiano un día antes de echar mano a la cuchara y, ni que decir tiene, que una vez dado cuenta del mismo lo más recomendable es no tener nada que hacer y dormir una siesta de una o dos horas.

El lector se preguntará qué tiene que ver la fabada con Husbands (Maridos). La respuesta es nada y todo. La película escrita, producida y protagonizada por John Cassavetes tiene un ritmo lento y pausado, como el que necesita la cocción de las fabes en la cazuela. Hay que tener tiempo para verla porque dura más de dos horas y lo ideal es no pronunciarse sobre ella hasta pasado un tiempo prudencial. La cinta acaba sin ni siquiera el clásico ‘The End’. Se acaba y deja al espectador sumido en una profunda reflexión, en un estado de hipoxia mental similar a la hipoxia postpandrial que atrapa al cuerpo humano cuando ingiere una suculenta fabada. ¿Me gusta o no me gusta?, ¿es una historia real o ficticia?, ¿están locos o no?, ¿me identifico con algún personaje o con ninguno? Pasadas unas horas cada cuál extraerá sus propias conclusiones pero la película las merece. Como una buena fabada.

Cuenta la historia de Harry (Ben Gazzara), Archie (Peter Falk) y Gus (John Cassavetes) quienes tratan de aceptar y asimilar la muerte de su mejor amigo. Por primera vez sienten que se les escapa la juventud. Reflexionan entre la confusión sobre el valor de la amistad. Destapan su soledad y emprenden una desesperada huída.

Viven en una zona residencial de Nueva York. Los tres están casados y tienen un trabajo estable pero tras una borrachera deciden pasar el fin de semana en Londres, lejos de su vida. Aparece el caos.

Allí surgen los excesos, las conversaciones profundas, los largos monólogos, una filosofía entre líneas sobre la amistad y el amor. Felicidad pasajera en vaso ancho, con mucho hielo y güisqui escocés acompañado por mujeres ligeras que aparecen y se van. Hay casinos, hay prostitutas y un amargo final. Hace pensar. No tiene nada que ver con la fabada pero también me gusta.

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