La mitad de Óscar

Melodrama minimalista que cuenta la historia de dos hermanos con un pasado en común que ha marcado sus vidas para siempre y un final que no deja a nadie indiferente.

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Cada cierto tiempo acostumbro ahacerle un guiño al editor de este semanario digital que desde hace ya más dedos años mantiene la sección Videoteca en la que cada siete días me permite darrienda suelta a mis reflexiones tras visionar una película. Cuando llegó a mismanos La mitad de Óscar, de ManuelMartín Cuenca, me pareció un regalo caído del cielo para llevar a cabo losfines que acabo de confesar.


La película narra la historia de Óscar(Rodrigo Sáenz de Heredia), guardade seguridad en una salina medio abandonada de Almería. Es un treintañero,soltero, que sigue una vida rutinaria: trabajar e ir a visitar a su abuelo quepadece alzheimer y está interno en una residencia. Cuando el anciano empeora desalud aparece María (Verónica Echegui),la hermana de Óscar. Llega de París con su novio Jean (Denis Eyriey) tras dos años desaparecida. Está claro que la tensiónentre Óscar y María se debe a algo que ocurrió en el pasado, tal vez elaccidente de avión en el que murieron sus padres cuando eran pequeños.


El melodrama va cogiendo cada vez másfuerza dentro de una historia que encierra un trasfondo complejo. La mitad deÓscar compitió en 2010 en la sección oficial de largometrajes del Festival deCine de Gijón, de Toronto, de Miami, de Estocolmo y de La Habana pero en todosellos se fue de vacío a pesar de que el director demuestra que además de teneralgo que contar, sabe cómo hacerlo. En este caso con un tono narrativocadencioso y minimalista pero sin llegar a resultar pesado.


La guinda a la cinta la pone un finalinesperado, distinto y que deja al espectador con esa sensación de haberpresenciado una película diferente y, ¡ojo! made in Spain. Sugerente.



@JavierMontesCas

  

Estefanía G. Asensi

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