Por Javier Montes, periodista
Llevo demasiadosdías escuchando a los políticos lanzar proclamas y exabruptos para arañar unmiserable voto que les mantenga en el carguito de turno. Estoy convencido deque la inmensa mayoría sólo se preocupan de seguir chupando del frasco y que lasociedad a la que se dirigen pidiendo ese voto les importa un pimiento. Estoycansando. No doy la espalda a la política aunque ellos, los políticos, nos laden a nosotros desde hace mucho tiempo. Para olvidar tanta ponzoña política ytanto engaño electoral recurro a películas como Beverly Hills Chihuahua. ¿Por qué? La respuesta requeriría unlibro. Uno -que lleva demasiados días de campaña a sus espaldas (oídos en estecaso)- busca aire fresco para olvidar y qué mejor manera de hacerlo que con unapelícula donde los protagonistas son perros. Pues ni con esas.
La comedia deaventuras de la factoría Disney dirigida por Raja Gosnell es un homenaje entoda regla al mundo canino y un espejo del pijerío que se mueve por LosÁngeles. Guau, dirá más de un lector. La misma onomatopeya que escupí yo alverme con la cinta en la mano. (No acepto preguntas salvo que un editor conmalgasto me encargue un libro).
En el lujosobarrio de Beverly Hills (tal vez no debería decir barrio sino zona residencial),los perros viven como los ángeles. Uno de ellos es Chloe, una perrita chihuahuamimada asquerosamente por su dueña (Jamie Lee Curtis) y adorada por Papi, elperro del jardinero de la mansión donde la chihuahua toma el sol con sus amigos(también perritos) después de haber asistido a una sesión de masajes caninos.Esto no es coña y, al parecer, podría ser real. ¿Qué fue de aquello de llevaruna vida de perros? ¡¡¡Yo la quiero!!!
La dueña deChloe se va de viaje y le encarga a su sobrina que la cuide. Comete el error dellevarse a la perrita a México y allí empieza la peor de las pesadillas paranuestra chihuahua y para la sobrina de su dueña que se vuelve loca buscándolapor calles y ciudades de México con la ayuda del macizorro del jardinero.
Chloe acaba prisioneraen una perrera rodeada de perros apestosos listos para pelear. Allí conoce a unpastor alemán que se llama Delgado. Éste se convierte en su ángel de la guarda quele protege de Diablo, un doberman malísimo que quiere acabar con Chloe. En suhuida pasan por Puerto Vallarta y corren y corren para escapar de los colmillosde Diablo hasta que llegan a una ciudad perdida con pirámides aztecas y pobladapor miles de chihuahuas, una orgullosa raza canina que inspirará a Chloe adescubrir su identidad.
Guau.
Por cierto, labanda sonora de la película es tan pegadiza como el himno del PP, lo cual seagradece en estas fechas. A decir bien, en estas fechas se agradece cualquiercosa, hasta Beverly Hills Chihuahua. Benditavida la de los perros.
Javier Montes es @JavierMontesCas