Un cortejo de ilusión y espectáculo

Más de 68 artistas componen el elenco del Circo del Sol (Cirque du Soleil), que después de 21 años de vida, vuelve a reinventarse sorprendiendo con la función “Corteo” que, siendo la historia de un funeral, es toda una alegoría a la vida.

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Bajo la enorme carpa blanca se esconde todo un mundo deilusión. Lejos de seguir la dinámica del circo tradicional, el Circo del Sol (Cirquedu Soleil) ofrece un conjunto de artes, acrobacias, humor y belleza que seconcentran en espectáculo en estado puro.

 

La compañía canadiense acaba de aterrizar en Valencia con lafunción “Corteo” –”Cortejo” en italiano- que presenta el funeral del payasoMauro como la transición de un mundo a otro… pero sin llantos nisufrimientos, sino como el paso a otro estado “para resaltar  la celebración de la vida, más allá de lapena que genera la muerte”. Así lo explica Victorino, el gigante del Circo delSol. Literalmente. Mide 2,08 metros y el número que aparece en las suelas desus zapatos es el 52. Desde ahí arriba “el mundo no es tan diferente”, aunquees inevitable pensar en la tremenda diversidad que ofrece la raza humana cuandoel enorme Victorino comparte escenario con Valentina y Gregory, dos artistasque rondan el metro de estatura.

 

Son parte del elenco compuesto por unos 68 virtuosos, cuyasedades están comprendidas entre los 21 y los 50 años y que vienen de más deveinte países diferentes. La mayoría de artistas, no obstante, proceden de paísesdel este. El idioma que utilizan entre ellos es el inglés, aunque el lenguajeque impera es el del respeto, la admiración y el compañerismo. “Somos como unagran familia”, explica Mauro, el payaso que durante la actuación recibe lasalas para ascender a los cielos. Porque, en “Corteo”, los ángeles vuelan a 30metros de altura, y los artistas tientan los límites del ser humano con saltos,acrobacias y piruetas (casi) imposibles. El acróbata japonés Hideto Okuzawacuenta que entrena tres o cuatro horas al día y que también recibe clases dedanza artística.

 

Riesgo y energía

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Bailarinas que cuelgan de lámparas suspendidas del cielo dela carpa, payasos que caminan boca abajo o acróbatas que saltan en balancinesque les impulsan para dar volteretas increíbles en el aire. Hay númerospeligrosos, admite Mauro, aunque “en cierta medida el público también busca eseriesgo… que exista esa posibilidad”, explica tras la actuación. Ahora semuestra relajado, como sus compañeros, porque durante la función “se ha notadoeso que llaman feeling con elpúblico, que en España suele ser muy entregado”, asegura sin un atisbo de duda.De sus palabras se desprende que los aplausos son como una lluvia de energía.

 

Claro que a escena siempre hay que salir bien preparado, porlo que los artistas realizan un ejercicio de concentración una hora antes deque empiece el espectáculo. “Nos ponemos en círculo y cada uno tiene un paloque lanzamos buscando el foco de concentración”, revela Victorino, quien añadeque “también hay un ejercicio de calentamiento vocal, así que cantamos”.Y esque la deliciosa música que acompaña a cada número se toca y canta en rigurosodirecto.

 

Durante las dos horas que dura la función, el escenario semueve en diversas ocasiones porque es giratorio y se utilizan 300 trajesdiferentes, todos ellos pensados para cada uno de los números que no dejan desorprender ni a pequeños ni a mayores. Pero, más allá de los tecnicismos,”Corteo” cuenta una historia, la del payaso Mauro junto con todos lospersonajes que le han acompañado hasta el final… de sus compañeros de carpa…una historia de amistad y de devoción por la propia vida.

 

Lorena Padilla

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