La educación, fundamental para el desarrollo de un país, depende en buena medida del nivel de formación del profesorado que imparte las clases. En países como Senegal, además de la escasez de recursos, los maestros no reciben un aprendizaje continuo y siguen impartiendo una metodología tradicional. Por eso, un grupo de profesores de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona se ha estado desplazando a este país africano con el fin de ofrecer sus conocimientos en técnicas docentes en lenguas y ciencias. El objetivo: que niñas y niños de primaria y secundaria puedan aspirar a un futuro mejor. En 360 Grados Press hemos querido profundizar en una experiencia que está ayudando a tejer redes educativas.
En la escuela española, los niños y niñas cuentan con una educación teórico-práctica. Es decir, además de recibir la lección, realizan experimentos, forman parte de un debate o resuelven ejercicios prácticos. Estas tareas que pueden parecer obvias porque se encuentran arraigadas en nuestro sistema educativo, no se contemplaban en países como Senegal, donde la enseñanza parte de una metodología tradicional.
“Las clases siguen muy influidas por la escuela francesa de los años 20”, comenta Mercè Tricás, profesora del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Pompeu Fabra, coordinadora del proyecto Tejiendo redes educativas en lenguas y ciencias en Senegal junto con la profesora Elisabeth Moyano, del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud. Así pues, con esta iniciativa, se pretende desarrollar una red educativa entre las escuelas senegalesas que les permita compartir experiencias, colaborar entre los distintos centros y mejorar su labor docente.
Fue hace 11 años cuando Tricás comenzó esta iniciativa debido a su vinculación con la Fundació Educació Solidària. “El proyecto se reinventó al cabo de los años. Ahora impartimos un seminario a los profesores, pero al principio la idea era visitar escuelas del país africano, sobre todo, en barrios desfavorecidos como el Sam Sam a las afueras de Dakar, donde comenzamos con dos centros”, recuerda. Este primer paso pudo ser posible gracias a la primera convocatoria del programa UPF Solidària a través de la cual pudieron dos años, después, ampliar el radio de acción a la zona sur de Senegal.
Así pues, quisieron llegar a más lugares, por lo que vieron en los seminarios una forma de acercar al profesorado de todas las escuelas. Además, hace dos años se unió el Departamento de Ciencias tras una coincidencia de situaciones, como apunta Moyano: “Un amigo trabaja en Senegal como profesor y habíamos hablado alguna vez de colaborar. Resultó que la profesora Tricás estaba realizando los seminarios con ellos y, además, el gobierno senegalés pidió un impulso en la enseñanza de las ciencia. De esta manera, monté un equipo y, a partir de aquí, arrancamos también en el proyecto”.
Una coincidencia que está ayudando a que niños y niñas de este país del África Oocidental puedan formarse a través de nuevas técnicas de enseñanza basadas en el aprendizaje activo y el trabajo cooperativo en la enseñanza de las ciencias y de las lenguas. “La idea es crear redes entre los diferentes centros y el profesorado con una mayor participación del estudiante. También queremos ofrecer un soporte que, por ejemplo, aquellos maestros que se encuentren en el medio rural con pocos medios, sepan que no están solos”, recalca Moyano.
Buena acogida
Ambas docentes subrayan la buena acogida del proyecto entre el profesorado y el alumnado. “Un director nos comentaba la importancia de que hubiéramos vuelto este segundo año porque realmente el programa tiene sentido y se ve que sirve. De hecho, sienten que forman parte de un equipo”, apunta la profesora del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud.
Asimismo, Mercè Tricàs hace un balance positivo de estos 11 años del proyecto: “Al principio la gente se sorprendía de toda esta metodología, pero tenían muchas ganas de adaptarse y aprender y hoy en día ya se ve una evolución”, apunta y señala que, actualmente, también están en contacto con profesores de universidades senegalesas como la de Dakar o la de Ziguinchor. De hecho, han firmado un convenio con profesores de estos centros para hacer intercambios.
Ambas insisten en la escasez de recursos en las escuelas, si bien a través de la subvención recibida han podido comprar material pedagógico, así como contratar personal senegalés para cubrir las necesidades docentes de los centros escolares y para coordinar los nuevos departamentos intraescolares de lenguas y ciencias, y los traslados internos de los profesores que participan en el seminario. También han estudiado sus demandas. Por ejemplo, necesitaban posters del cuerpo o del esqueleto humano para poder enseñar con imágenes de forma más sencilla y visual.
No obstante, la evolución en todos los años que Tricàs lleva viajando a Senegal es evidente, pues hoy en día ya se ven aulas de informática en casi todos los centros, salvo en aquellos pueblos en los que aún no ha llegado la electricidad.
Además, a nivel personal es un proyecto muy enriquecedor, como afirma Moyano: “Recibes casi más tú que ellos. Hacen una labor titánica con los pocos recursos que poseen y con mucha ilusión. Nos agradecen mucho las nuevas perspectivas que les ofrecemos, ya que nadie les da formación continua”.
Patricia Moratalla