“Parezco humorista, pero soy un fraude disfrazado”

El periodista Pepe Colubi ha dado frenazo momentáneo en su exitosa gira con Javier Coronas y Javier Cansado en Ilustres Ignorantes para despilfarrar verdades, “risas serias” y buen rollo a espuertas y contarle a 360 Grados Press cómo le trata la vida con una cantidad de trabajo que, por suerte, no le abandona (que se dice pronto).

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Periodista, escritor, guionista, humorista. Pepe Colubi (@pepecolubi) le da a todo en el ámbito laboral y no se queja por ello. De hecho, se vanagloria. Aunque admite también estar preparado y formado para “no hacer nada” y descansar. Lleva más de seis años provocando las carcajadas más inconfesables del público a través de su humor ácido, negro e irónico de la mano de Javier Coronas y Javier Cansado. Con ellos forma el trío de Ilustres Ignorantes, a caballo entre la televisión y las tablas de los teatros de toda España. Esto no le impide colaborar como periodista en memorables cabeceras como las de El Jueves y Cinemanía o desarrollar su faceta como escritor de libros. Su último neonato: Chorromoco 91.

 

¿Qué tal sigue funcionando Ilustres Ignorantes después de más de 8 años a caballo entre la televisión y el teatro?

Mejor que nunca. El teatro ha sido el impulso perfecto para cerrar más el círculo de Ilustres Ignorantes, estrechar los lazos mágicos con los “Javieres” que iniciamos en televisión. La repercusión es creciente y vamos recogiendo frutos. El público nos reconoce y su respuesta es genial.

 

¿Cómo se trabaja con Coronas y Cansado?

Es injusto llamarlo trabajar, porque no es duro, sino un auténtico lujo. La clave es el buen rollo que hay entre nosotros, nos prestamos a todo. Yo mismo soy fan de Ilustres, me posiciono como espectador cuando hablan, les apoyo. Es un espectáculo de acierto y de error, sin ensayo. Nos sacamos mutuamente de fallos, de chistes que no funcionan, no competimos. Y eso es maravilloso.

 

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¿Qué pasaría si nos tomáramos con más humor las noticias que diariamente aparecen en los medios de comunicación?

Estaría bien, dentro de unos límites. El humor es necesario siempre en lo cuotidiano para tomarse los problemas con cierta distancia, pero sin perder la perspectiva de la importancia de lo serio. Se puede utilizar la ironía y la broma para rebajar el cristal de esa seriedad, pero siempre con cuidado.

 

Como periodista, ¿cómo definirías el buen periodismo?

No creo que haya un solo periodismo, sino que se deben combinar varios factores. Por un lado, la investigación, a la que se debe destinar tiempo, dedicación y fe. La fotografía, que ayuda a contextualizar, aunque hoy el fotoperiodismo se encuentra en condiciones penosas. Parece que ahora cualquier foto de móvil es suficiente, ya que prima más la imagen espectacular para rellenar. Se pasa de la información al puro entretenimiento. Y, finalmente, hace falta opinión y buenos lectores para poner en tela de juicio, con escepticismo, lo que publicamos.

 

¿Puede la risa, de algún modo, ser la salvación del periodismo?

En parte sí. Se hace actualmente buen periodismo a través del humor en programas como The Daily Show o, en España, El Intermedio. De hecho, desde el siglo XVII ya se trataba de dar una vuelta de tuerca a la actualidad con los grabados de la prensa. Son maneras de informar con una sonrisa, son formas serias de reírse. Tras investigaciones importantes también se puede hacer esa labor de monologuismo activista: arrancar la sonrisa, pero con conclusiones aplastantes sobre el tema tratado.

 

También eres escritor. De hecho, has publicado este año Chorromoco 91, que tiene mucho de tu vida, ¿no te da reparo abrirte tan claramente al lector con una parte de tu pasado tan crucial como es la juventud?

Para nada. El personaje tiene mucho de mí, pero con el toque de ficción puedes recolocar datos e inventar. Trata sobre el desfase, la risa, el desamor. Vamos, por todo lo que pasé en mi juventud sin ser exactamente mi biografía. Y por lo que muchos otros pasaron, ya que me suelen decir que se reconocen en el protagonista.

 

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Ilustres Ignorantes, colaboraciones en prensa, escritura de libros, guión. ¿Hay tiempo para el descanso en tu vida o eres un freak del trabajo?

Va por rachas. Si me apetece la propuesta, me cuesta decir que no. Casi siempre he sido freelance y me he movido sin demasiadas ataduras. Pero no soy un loco de la hiperactividad: me involucro, pero también encuentro tiempo para estar tumbado en actitud contemplativa. Se me da también muy bien no hacer nada. Es saludable respirar.

 

Tienes una de esas poses serias que nadie podría tomarse realmente en serio, ¿es posible encontrarte en tono formal en alguna ocasión o siempre va a quedar esa duda de la ironía o del sarcasmo tras la mueca?

La verdad es que no suelo ser muy serio. En Ilustres, por ejemplo, hablo como si lo hiciera en un bar, muy anarco. Parezco humorista, pero soy un fraude disfrazado. Eso sí, me río y disfruto mucho. Si cuando digo algo de temática sexual lo hiciera riéndome, parecería un perturbado. Así que, prefiero jugar. Todos tenemos un hangar lleno de perversiones sexuales, aun así. Y eso es muy sano.

 

En Ilustres Ignorantes no sueles dejar títere con cabeza, ¿alguna vez te has llevado algún rapapolvo por tus comentarios?

Pocos, aunque la molestia es saludable y agradecida. Todo lo que dices no tiene por qué hacerle gracia a todo el mundo y con ironía menos. El humor es impredecible: existen chistes muy diferentes según quién y cómo los cuente.


@Casas_Castro

David Casas

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