Esta semana en 360 Grados Press hemos dado rienda suelta a nuestras caderas con Sympathy for the Stones, una exposición que el Centro Cultural Bancaja de Valencia acoge hasta el próximo 2 de noviembre. Titulada con un guiño a esa canción protagonizada por Satanás tan aclamada por la crítica, se trata de una parada obligada no sólo para amantes del rock, sino también para interesados en la historia de la música contemporánea.
Hay escaso lugar por no decir ninguno a dudas cuando la bienvenida corre a cargo de unoslabios rojos con la lengua fuera. Efectivamente, se trata de ese logo tanrepresentativo de la música en general y del rock en particular. No obstante,por si algún distraído visita la sala, ésta también se ha dotado de hilomusical y en estos momentos suena (Icant get no) Satisfaction. Con todo, no hay quien avance un paso hacia laprimera estancia sin saber que aquí se habla de The Rolling Stones. Y mucho, porque más de un centenar de piezasrecorren las luces y las sombras de esta emblemática banda, desde la entrada enprisión de sus cabecillas más reconocibles Mick Jagger y Keith Richards tras una redada por drogas en 1967 hasta su mítico Tour of the Americas de 1975 junto a Tired Grandfather, un falo hinchable gigante que les acompañó sobrelos escenarios durante los dos meses en que rodaron por el norte del continentedel otro lado del Atlántico.
Justamente eso,anécdotas, no faltan en una carrera de más de cincuenta años. Así, la muestrainvita a devorar las curiosidades que se esconden en cada portada o que fueroninmortalizadas a manos de una generación de fotógrafos volcada en el género.Por ejemplo, las instantáneas que Gus Coral tomó de la grabación de I wanna be your man en el Studio 51 de Londres abren elitinerario. Se trata de uno de los primeros sencillos de sus satánicasmajestades, el cual fue publicado el 1 de noviembre de 1963. El documentográfico remata su valor cuando se especifica que dicha pieza fue escrita porlos mismísimos John Lennon y Paul McCartney, así como cedida, por tanto, por sugrupo, The Beatles. Pero este es sólouno de los muchos capítulos escritos con otras celebridades.
Momentosestrellados
Eric Klapton, Bob Dylan, Tina Turner, Bruce Springsteen, Iggy Pop
Ocupados con la música o, también, con lafiesta. Los rostros conocidos se suceden en las imágenes de los Rolling y su huella se adivina enalgunos de los trabajos. Es el caso de StickyFingers, el álbum de estudio concluido en 1971 que contó con la mano deAndy Warhol en su cubierta. De ahí, el provocativo primer plano de lacremallera de un ceñido pantalón vaquero que fue censurado en España ysustituido por unos dedos pegajosos traducción literal del título del disco saliendo de una lata de melaza. Prohibiciones locales a un lado, el artistallegó a lamentarse de la retribución que obtuvo por su obra en comparación conla buena repercusión en las listas de éxitos. “Aunque fue número uno, sólo recibí un poco de dinero“, afirmó.
No todo es simpatía
Pero es que de losroces no se libran ni los propios Stonesentre ellos. De hecho, poco después de entrar en el segundo espacio de laexposición se ilustra brevemente la relación entre los bautizados como Glimmer Twins Mick y Keith, de nuevo y esos altibajos por los que han pasado a lo largo de los años. Prueba de elloson las declaraciones que el guitarrista vertió sobre el vocalista a principiosde la década de los ochenta, cuando el primero calificó de “insoportable” al segundo por su tratocon la alta sociedad. Y las antipatías cosechadas no quedan ahí. Ahora, esosí, en clave externa: la ruta recoge en otro momento cómo el fotógrafo BarrieWentzell agradece sarcásticamente el episodio acontecido en un concierto de1973, cuando él y sus compañeros de profesión fueron obligados a retirarse delpasillo frente al escenario para no molestar al público, dando lugar al límitede tres canciones para las fotografías que ha adoptado la industria en suconjunto.
Jagger y los suyos enmovimiento
Aunque incombustiblesen todas sus facetas, es ahí, en el directo, donde The Rolling Stones se llevan la palma. La energía condensada encada uno de sus giras es capaz de trascender los retratos colgados en la sala.Podría decirse que las paredes pierden, incluso, su condición de estáticas con,por ejemplo, el concierto en California de 1978 en el que Mick retó al públicoal grito de “quiero vuestros zapatos“y hubo que detener la actuación por unos instantes para despejar el escenario.Sin embargo, no hay que invocar siempre a la imaginación para revivir laacción, ya que la exposición también comprende fragmentos de documentales como Sympathy for the Devil (1968), en el queJean-Luc Godard refleja la revuelta política de final de los sesentarelacionándola con su música; Gimme Shelter(1970), que captó el asesinato de un joven de 18 años cometido en su conciertode Altamont un año antes a manos de un miembro de los Ángeles del Infierno contratados como equipo de seguridad en aquella cita ; o Shine a Light (2008), para el que Martin Scorsese desplegódieciocho cámaras en el Beacon Theatre de Nueva York con vistas a no perderdetalle del show organizado en otoño de 2006 por la Fundación Clinton.
Las leyendasnunca mueren
A estas alturas suenamás que inverosímil, pero hubo un tiempo en que Mick Jagger confesó que no seveía haciendo lo mismo durante toda su vida. Luego, claro, tuvo que reconocercuán equivocado estaba. “Es como si todoel mundo creyera que había que ser joven para tocar rock and roll. Creo quehemos logrado demostrar que es no es así“, declaró en otra ocasión. Es más,todo apunta a que van a seguir probándolo hasta el último día. Con semejanteactitud no es de extrañar que, como se observa entre el público de la muestra,sean varias las generaciones interesadas en la banda, como una afición que pasade padres a hijos. El bajista Ronnie Wood se ha atrevido a apuntar las causas:”Mucha gente se pregunta por qué estegrupo es lo que es. Bueno, para empezar, sus componentes son pura dinamita.Normalmente, en un grupo destaca una sola persona y, por supuesto, Mick, elmayor vocalista de la historia del rock, es el centro de atención, pero enrealidad somos mucho más que simplemente la suma de las partes“. Sin duda, The Rolling Stones son ya un todoeterno en la memoria colectiva.
Marcos García