Cuando la edad es lo menos imperdonable

La ‘Media vida’ de Care Santos es una novela que ahonda en el olvido de unas décadas que marcaron el devenir, los prejuicios, la desenvoltura, la vida de una generación de mujeres visibles en lo cotidiano pero invisibles en la evolución de sus personalidades en paralelo a clichés impuestos por la tradición. El marco, la España predemocrática y su evolución hacia la democracia. El fondo, el reencuentro en la Barcelona de los años 80 de cinco amigas de internado de la década de los 50. El mensaje, el irreconciliable paso del tiempo mezclado con el destino y la capacidad para perdonar de quien crece y sabe dar un golpe de timón cuando su vida cumple la mitad del tiempo reglamentario.

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Divergencias y convergencias. Experiencias que dejan un cerco imborrable. Desarrollo humano y destellos que marcan la evolución de las personas. Y la irremediable irrupción del efecto mariposa cuando la edad marca un antes y un después. Se han escrito muchas tramas, tanto de ficción como científicas, sobre la teoría del caos y la fuerza que desenvuelve en determinadas etapas de la vida de las personas o de la evolución en sí misma del acontecer. ‘Media vida’ se apropia de un cruce de tiempos, el de la década de los 50 en un internado de monjas con la de los ochenta, a partir del contraste entre la vida en común de cinco amigas de colegio con la que cada una de ellas protagonizó por separado hasta que una cena en la Barcelona preolímpica une los cabos desatados por tres décadas de trayecto distanciado.

 

Marta, Olga, Lola, Nina y Julia son las cinco llaves que el lector dispone para abrir las puertas de distintos prejuicios, de caminos tradicionales que dejó la España del siglo XX y de decisiones personales, aunque universales para las mujeres a las que le tocó vivir de cerca la represión de la dictadura en España, además de otras posiciones de desventaja en relación al hombre. Con todo, la imagen de la mujer que proyecta la novela es diferente por cada una de las cinco protagonistas. Desde la más sumisa y silenciosa –a la vez que infeliz- a la más liberal y moderna –a la vez que, también, infeliz-. Porque la herencia del pasado no es fácil de curar con las acciones del presente; porque hay destellos que marcan la vida de una persona y que la acompañan durante todo el trayecto, por lo menos hasta el meridiano, hasta ese punto en el que uno se imagina una línea imaginaria y una ubicación simbólica de la mitad del recorrido.

 

La autora, con una redacción dinámica, bien construida, entretenida y sin reparar en exceso en el marco histórico –a veces es mejor insinuar o apelar a momentos concretos para que el imaginario colectivo complete la contextualización- sirve al lector un abanico de reflexiones implícitas en conversaciones de mesa y mantel, en pensamientos reservados para la intimidad de sus personajes, en situaciones o en estereotipos impuestos por lo social con una lucidez amena, directa, clara y concisa. De esta manera, la lectura de ‘Media vida’ se hace poco eterna, más bien amena y convierte el ejercicio de imaginar los escenarios en que se desarrolla la trama en una suerte de repesca de momentos análogos recogidos del entorno de cualquier ser que conozca el contexto geográfico e histórico de la novela.

 

El peso es para lo que muchas mujeres han pensado, piensan o pensarán en relación a su herencia emocional, personal, histórica y legal. Y Care Santos lo sirve nítido, en una balanza de precisión literaria cargada de sentimiento crudo, casi enamoradizo.


@os_delgado

S.C

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