“Detrás de una sonrisa hay que tener propuestas que hagan sonreír”

360grados busca una mueca perdida, una sonrisa que se dibuja en el tiempo de un rostro. La sonrisa eterna, permanente, que se guarda en el horizonte de la inmortalidad como la escultura de aquellos esposos del museo romano de Villa Giulia. Nos espera con la viveza de su alma Héctor Alterio para tejernos las profundidades de la obra.

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«La sonrisa etrusca» es una novela de José Luis Sampedro que se basa en las segundas oportunidades, en la lucha de las convicciones de uno mismo y en la aparición del espectro mudo de la muerte que merodea la figura del irónico y, a veces, resentido Bruno. «La bicha», la maldita, la enfermedad, el sufrimiento que se incrusta en la piel del protagonista y que éste le pide clemencia al tic-tac de la travesía de la oscuridad para que espere en silencio porque aún desea amar más a ese duende de sonrisa eterna que tiene entre sus brazos. Bruno y su profunda humanidad viven una metamorfosis, pasando de la realidad de las páginas a la viveza del escenario. José Luis Sampedro ha apostado por esta obra teatral denominándola como “una gran revelación” porque añade una humanización a sus personajes convertidos en realidad. La novela, adaptada por Juan Pablo Heras, ha sido reducida con respecto a la obra original y la ha adecuado de una manera deliciosa y magistral al teatro, respetando siempre la esencia de la obra de Sampedro.

Tras la ventana de la experiencia, unos ojos que encierran enclaves de sabiduría y experiencia de color cielo roto. Una mirada profunda que esconde la eternidad. Largos años en el mundo de la interpretación (y los que le quedan), aventuras en los escenarios, carcajadas entre bambalinas, personalidad en la gran pantalla. Recuerdos que se roban sobre los castillos de humo. Es él. Es Bruno o tal vez es el alma de Bruno postrada en la figura inconfundible del maestro Héctor Alterio. Actor de raza, irónico, sagaz, con una sabiduría que enrojece, con porte, inteligente, conductor de chascarrillos, defensor acérrimo de Bruno y poseedor de un respecto máximo hacia la dignidad de su profesión.

«La sonrisa etrusca» nos muestra un exquisito elenco de actores y actrices que hace las delicias de un público que degusta una obra agitante, irónica, con chispa, propicia para la reflexión, donde los personajes de la novela consignan su alma y su ser a las tablas de un escenario, siempre bajo la sonrisa carismáticamente lacónica de un torbellino de la interpretación: Héctor Alterio. 


«La sonrisa etrusca» es una obra de José Luis Sampedro adaptada por Juan Pablo Heras ¿De qué trata la obra?
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Se basa en la novela de José Luis Sampedro que fue un betseller en 1985 y trata de la vida de un  hombre que participó en la II Guerra Mundial en el sur de Italia y que por razones de enfermedad se traslada al norte, concretamente a Milán, llevado por el dictamen médico. Allí encuentra a su gran amor y a su nieto. El autor aporta esas chispas de humor, picardía y sabiduría. Bruno termina su vida en el norte de Italia con situaciones de amor hacia su nieto y su mujer.

¿Qué cualidades tiene su personaje?
Tiene sentido del humor, humanidad y enconos como cualquier ser humano. Posee una experiencia como participante en la II Guerra Mundial y por haberla ganado, con esto no quiere decir que sea un batallador, sino que defendió su país y la libertad de éste.

¿Qué tiene Héctor Alterio de Bruno o Bruno de Héctor Alterio?
Todo. Esencialmente que soy italiano del sur, tengo una nieta y hay coincidencias innatas en mí que son similares con el personaje y que me han favorecido en la creación del trabajo.

Una historia de segundas oportunidades ¿usted ha pedido segundas oportunidades a lo largo de su vida?
(Risas) Permanentemente. El hombre tropieza siempre con la misma piedra. La segunda oportunidad que tengo siempre es la de mi trabajo, para las cosas que salen mal tengo una segunda oportunidad para mejorar y la agradezco más que la primera.

¿Hay motivos para sonreír con esta obra?
Nunca hay que sonreír por sonreír. Detrás de la sonrisa hay que tener propuestas que hagan sonreír, el espectador debe de ver la obra de teatro no para hacer la digestión y no pensar, sino que debe conmoverse y reflexionar. Esto ha ocurrido porque el público nos espera tras la función y nos felicita porque le hemos hecho deliberar, para nosotros estas situaciones son un regalo función tras función.

¿Con qué sonríe más Héctor Alterio: cuando hace teatro o cine?
No tengo una preferencia, pero el teatro me proporciona una presencia que me alerta constantemente: el espectador. El cine proporciona una trascendencia que no tiene el teatro, es masiva. Aunque el trabajo y mi respeto es el mismo para el cine, el teatro y la televisión.

A pesar de su gran experiencia en la interpretación y de todos los años en este mundo ¿le surgen algunas mariposillas en el estómago antes de un estreno?
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(Risas) Afortunadamente sí. No de una manera tan intensa como antes, pero está la preocupación por cómo irá la obra, en este obra ya llevamos más de 130 actuaciones, pero siempre hay mariposillas en el estómago.

¿Tiene algún ritual antes de salir a un escenario?
Para nada, simplemente sentarme y cuando me dan la orden comienzo a actuar para el gran público. Siento el murmullo de los espectadores que es un sonido y una música conmovedora, un público que se ha tomado la molestia de venir a verme, por ello, siempre le doy lo mejor de mí.

Comenzó con el teatro local y con la compañía “Nuevo Teatro” ¿qué recuerdo guarda de estas épocas?
(Risas) Me hablas de una época cuaternaria. Era muy joven, tenía unos 20 años y con experiencia en el teatro infantil desde los 11. Cuando entré en el teatro independiente obtuve otras expectativas, conocí a otros autores y directores. Esto me proporcionó un enriquecimiento personal y profesional enorme, es un recuerdo muy grato.

Malena y Ernesto también se han dedicado al mundo de la interpretación ¿tiene usted parte de culpa?
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(Risas) Yo no quería. Inconscientemente fui el responsable, ellos han vivido esto desde muy pequeños. Jugaban con la ropa de los personajes en el teatro durante tiempo y veía que tenían actitudes. Cuando tuvieron decisiones propias les deseé suerte, la han tenido y tienen un profundo respeto por la profesión.

Hablando de sus hijos… ¿qué sintió cuando le entregaron el Goya de Honor en 2003?
(Risas) Eso fue inesperado, me habían traicionado porque no me dijeron nada y fue una grata sorpresa y una emoción enorme para mí.

Sabiendo que nos iba a conceder una entrevista para 360 Grados Press, nuestros lectores y seguidores de Twitter han planteado la siguiente pregunta: En la película “El último tren” le decía usted a su joven compañero de viaje “¿quién dijo que los hombres no lloran?” ¿Ha llorado mucho Héctor Alterio?
Sí, he llorado mucho en esta vida por diversas razones. ¡Hasta cuando me pisan los pies!


Curiosidades breves
–    Comida preferida: Como buen italiano, la pasta en todas sus variantes.
–    Prenda ropa favorita: Me gusta vestir de sport, informal.
–    Referentes en el cine: Kirk Douglas y Laurence Olivier.

“La sonrisa etrusca” qestará en el Teatro Olympia de Valencia hasta el 10 de junio.

@InmaAB1

Óscar Bornay

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