Espejos deformantes y otras realidades

Si Valle-Inclán viviera, seguro que pensaría que los espejos deformantes del Callejón del Gato habrían dejado de ser un elemento distorsionador de la realidad para convertirse en la realidad misma. Al fin el esperpento es la vida, pensaría don Ramón María. Al fin triunfa la literatura. E incluso con triunfo supino, porque quién no nos dice que el gato de dicho callejón no se encuentra bajo la protección de alguna concejalía o ministerio de bienestar animal, lo que podría impedirle aparecer en el nomenclátor callejero valleinclanesco. Todo podría ser. Me alegro porque el gato estará divinamente, pero lo siento por Max Estrella y don Latino de Hispalis.

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Para tal percepción valleinclanesca basta con dar un vistazo a unas cuantas noticias que han ocupado titulares de los periódicos en los últimos días: el caso de los padres de Nadia, la niña con una enfermedad rara, que parece que se gastaban en curanderos los donativos que el respetable les daba. También está nuestro Donald Trump (y eso que aún no ha tomado posesión) anunciando que pondrá al frente de la agencia medioambiental norteamericana a un negacionista del cambio climático. Luego tenemos el Futboleaks y los casos de evasión de impuestos, que me gustaría saber la opinión de don Ramón María al respecto. Seguro que coincidiría conmigo en prever en breve una amnistía fiscal balompédica para evitar otros romances de lobos. Si se ha redimido la corrupción política con coaliciones y abstenciones, qué no se hará en materia futbolística, que es la verdadera razón de existir y el principio de la teoría del Big Bang.

 

Para remate de noticias el Papa Francisco ha declarado que consumir noticias falsas es como comer heces (razón no le falta, al hombre). Creo que es lo más sensato que he escuchado en la semana, aunque con esto del ser y el parecer, la realidad y la ficción, lo verdadero y lo falso, todo anda deformado y deformante. Ya os digo.

 

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En medio de esta realidad de News of World tenemos a Mariano Rajoy abriendo diálogos con Cataluña (no cantemos victoria) y a los Hernandos muy dicharacheros y a partir un piñón en escaños opuestos y confluyentes, quién lo diría. Pero, por favor, no hay que confundirlos con los Hernandos pintores renacentistas, que aquellos aún son fruto de la especulación para saber si fueron uno o dos los que pintaron el retablo del altar mayor de la catedral de Valencia a principios del siglo XVI. A los que me refiero no hay especulación que valga. Actualmente no hay más Hernandos “on the World” que los del Congreso de los Diputados: Rafael Hernando, portavoz del Grupo Parlamentario Popular, y Antonio Hernando, portavoz del Grupo Socialista. Homonimia para aquí te pongo un yin y allá te pongo un yang.

 

O todo yin y todo yang. Cosas del Callejón del Gato que hacen que el portavoz del partido gobernante condescendiente con el portavoz del partido de la oposición, y viceversa. Complejo y confuso, porque es difícil diferenciar discursos cuando uno ostenta el poder que el otro le dio, por mucha retórica que haya. Imaginad un diálogo: Lo ha dicho Hernando. ¿Cuál, el del PP o del PSOE? El del PP. Pues parece que lo ha dicho el del PSOE. Ya lo dice Max Estrella en Luces de Bohemia: “El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. ¡Qué cosas! Puestos a elegir Hernandos, porque siempre hay que elegir, servidor se queda con Hernando de los Llanos y Hernando Yáñez de la Almedina, introductores del estilo leonardesco en la pintura valenciana del siglo XVI. Me resultan más interesantes. A parte de los espejos deformantes, claro. Pero estos últimos son un medio, y qué medio.


@manologild

Manolo Gil

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