La expresión comer con los ojos cobra todo su sentido, literal y figuradamente, con la exposición que el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM) acoge hasta el próximo 27 de septiembre. Porque el trabajo de este reconocido chef ha dado el salto del plato a la galería para descubrir cuánto de arte hay en los procesos que acontecen en su cocina.
Un total de treinta personas trabajan coordinadamente bajo la presión de una función que puede llegar a atender 1.400 peticiones en un mismo servicio. Esta es la escena habitual ante los fogones de Quique Dacosta Restaurante ubicado en Dènia. Y sí, aquí se puede hablar de una suerte de espectáculo en lugar de una comida propiamente dicha, pues no solo los platos son servidos por actos diferenciados, sino que cada uno de ellos ha sido concebido como una acción artística en su origen. De esta forma, los menús ideados para cada temporada se convierten en experiencias sensoriales que trascienden el paladar. Sin embargo, todo ello es solo la punta del iceberg de una sucesión de fases que dan comienzo en la propia mente de este cocinero valenciano de adopción. Y justamente eso, la conceptualización tras la gastronomía, es lo que la muestra Paisajes transformados recoge.
¿Qué pasa por la cabeza de Quique Dacosta?
El nido de una golondrina, las hojas secas del otoño, la luna de Valencia, el musgo, el rocío, la bruma
Elementos o nociones cotidianas que, jugando con las temperaturas y texturas de las materias primas, son recreados difuminando sus límites cuando son servidos en la mesa como si de una obra del pintor Mark Rothko se tratase. De hecho, aunque proveniente de una disciplina totalmente diferente a la suya, él es uno de los referentes de Quique Dacosta. Ciertamente, su estilo culinario bien podría enmarcarse en el expresionismo abstracto. Entre las influencias más reconocibles, asimismo, se cuentan el Mar Mediterráneo, el Parque Natural del Macizo del Montgó y la Marjal de Pego. Es decir, espacios prácticamente en contacto con su centro de operaciones dianense, que actúa a la par como laboratorio de pruebas personal y establecimiento público durante, aproximadamente, seis meses alternos.
Un recorrido propuesto para el gusto de todos
En definitiva, esta muestra del MuVIM persigue aproximar al público en general dicho complejo ejercicio creativo que esconde la gastronomía del más alto nivel. Siete platos históricos de Quique Dacosta Cubalibre de foie (2001), El Bosque animado (2003), Ostra Guggenheim (2005), Salmonetes azafrán “Mark Rothko” 1957 (2008), Arroz cenizas (2009), Rosa (2012) y La gamba dan la bienvenida al visitante para adentrarle en las líneas de trabajo que el chef ha desarrollado siguiendo bloques temáticos que reciben el nombre de paisajes y que responden a matices varios, como la simetría, el carácter onírico, el movimiento o los metales. El lenguaje es complejo, pero una acertada selección de 42 fotografías de Sergio Coimbra, así como sucesivos recursos audiovisuales, apoyan el discurso que finalmente lleva a comprender cómo un restaurante puede llegar a ser protagonista en un museo. La clave reside en el hombre y el nombre propio que se han convertido en una marca paraguas para un talentoso equipo y un savoir faire sin fronteras imaginativas.
Óscar Delgado