Puede sonar raro, pero saber disfrutar de la ciudad en que se vive es algo que no todo el mundo domina. Conocedores de ello, hay quienes se organizan para descubrir a sus conciudadanos enclaves del entorno urbano y enseñar cómo disfrutar de éstos. Esta semana en 360 Grados Press nos hemos aproximado a este tipo de iniciativas con una taza para desayunar en mano.
Aunque el CementerioProtestante Británico de Valencia parece condenado al olvido, el pasado 22 dejunio se escribió una excepción: decenas de personas lo visitaron por lamañana. Bizcochos, donuts, galletas, magdalenas y tortas saladas de todo tipo desfilarondurante horas junto con litros de café entre las tumbas. Y no, no se trataba deun particular entierro ni nada parecido, sino de la última convocatoria de Desayuno con Viandantes,un movimiento ciudadano que celebra el espacio público con la intención deponerlo en valor. “Más que reivindicar,estos desayunos desvelan el uso de un lugar. Hoy, por ejemplo, no estamosexactamente en un espacio público, pero sí en un sitio poco conocido. Entonces,el desayuno posibilita el hecho de que estemos usándolo de forma poco habitual,es decir, lo descontextualizamos“, explica David Estal, uno de los miembros de la organización.
Con esta filosofíaen mente, desde noviembre de 2008 que un sábado de cada mes se convoca unencuentro en algún punto de la ciudad. Así, lo que empezó como una ideaexperimental entre amigos de diferentes disciplinas (arquitectura, gastronomía,docencia, arte, cultura
) se ha convertido en una cita obligada para muchagente que ha descubierto cómo una experiencia tan cotidiana como desayunarpuede activar un vínculo social en la calle. “La gente trae algo para desayunar y eso es lo que lo hace interesante,porque se implica. La gente tienemuchas ganas de habitar de día la ciudad y este es un ocio constructivo, unocio en el que te sientes partícipe, en el que ves caras conocidas, en el quepuedes venir con niños o mayores“, matiza David.
Un refugiorepublicano, los vagones del metro, una centenaria imprenta en venta, un puenteconstruido hace años por el que todavía no pasa el prometido tranvía, unamítica plaza de barrio Cualquier rincón es susceptible de convertirse en elescenario de un desayuno sabatino. De hecho, todos los anteriores ya figuran enla lista de celebrados, pero la urbe guarda muchos más. En palabras de David:”Aún nos quedan sitios. Esto no lleva unprotocolo. Es más bien una selección casi por interés de conquistar un lugar.En el grupo de organización, que somos siete, vamos volcando nuestrasinquietudes en las reuniones y luego hay quienes nos sugieren sitios también“.
Con todo, lavivencia del desayuno colectivo seduce a cualquier tipo de perfil social. Porejemplo, entre los viandantes del cementerio se encuentra Merche, una mujer de mediana edad acompañada de su madre. “Me lo dijo mi hermana y llevo tres desayunoscon este. Acudí, me gustó desde un principio y decidí seguir. Es una manera deencontrarse con gente que no conoces. Además, los lugares en los que seconvocan son originales. Yo vivo muchos años aquí y nunca había visto esto“,comenta. Y unos pasos más adelante está Irene,una veinteañera que ha decidido probar por primera vez junto con dos amigos. “Llevábamos tiempo siguiendo la páginaen Facebook, nos pareció súper interesante y dijimos vamos a probar. Nosha encantado. Para repetir. Eso sí, hemos fallado un poco, porque hemoscomprado pero hemos visto que la gente trae cosas súper curradas de casa“,relata.
Precedentes y predecesores
Aunque estapráctica es pionera en la ciudad de Valencia, los desayunos participativos no son un concepto nuevo. De hecho, las primeras experiencias datan en los años 90con los denominados Permanent Breakfast en Viena. Justamente,éste movimiento fue el que inspiró a RemediosVincent, quien en mayo de 2008 puso en marcha una iniciativa similar en unaplaza próxima a su casa de Madrid dando lugar a los Desayunos en la Luna. “Miobjetivo era evidenciar que un espacio público como la Plaza de la Luna,siempre ocupado por eventos comerciales, se podía utilizar para que los vecinosdisfrutaran de actividades de ocio sin tener que estar recibiendo impactospublicitarios o pagando por consumir“, argumenta la organizadora.
Así, estos dosmovimientos, Permanent Breakfast y Desayunos en la Luna, sirvieron comoreferentes para Desayuno con Viandantes,el cual, a su vez, ha tenido reproducciones como Desayuno conValladantes (Valladolid) o Desayuno con Caminantes(Bogotá). Incluso, la convocatoria valenciana llegó a influir en su antecesor,como bien cuenta Remedios: “Después de unaño muy activo, pensamos que ya era hora de cambiar de objetivos y seguirreivindicando el espacio público de otra manera. A finales del 2010, unaschicas que habían conocido la iniciativa de Desayunos con Viandantes enValencia pensaron replicarla en Madrid y contactaron conmigo para que aportarami experiencia. Así surgieron los Desayunos Ciudadanos, conel mismo espíritu, pero otro formato más versátil, ya que cada vez se llevabana cabo en un espacio público distinto con el denominador común de que fueran polémicos“.
El futuro, su incertidumbre y su certeza
A pesar del empeñoinvertido durante años, la amplia oferta cultural de la ciudad y lascircunstancias personales de sus organizadoras han propiciado un paréntesis enla versión madrileña de los desayunos. Por su parte, Desayuno con Viandantes parece lejos de un final similar, al menosde momento. Cierto es que el verano siempre se plantea una época más complicadaen lo que a asistencia se refiere, pero la intención de este colectivo escelebrar un encuentro más para luego retomar la actividad en septiembre. Encualquier caso, las redes sociales y el boca a boca harán lo propio cuando seconfirmen las citas. “Le hemos dado talcontinuidad a la historia que es algo más que una cosa de amigos o que unareivindicación en un lugar concreto. De hecho, la red real ya es el propiodesayuno, porque mucha gente pasa, nosconoce y acude“, concluye David. De esta forma, si la coyuntura no cambia, enValencia se cuenta con una continuidad asegurada.
Javier Montes