¡Feliz Holi!

Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, Hiranyakashipu, dios de los demonios, tuvo un hijo llamado Prahalada. Cansado de la prepotencia de su padre eligió adorar a Vishnu y alejarse de su progenitor. Lleno de ira y rencor, el dios de los demonios decidió matar a su propio hijo. Tras muchos intentos fallidos le obligó a sentarse en el regazo de su tía Holika, que no podía morir quemada, y los colocó a ambos en una pira. Prahalada, encomendándose a Vishnu aceptó. Y ante la sorpresa de todos los presentes se salvó de la hoguera mientras su tía moría quemada.

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Solo hace falta esta historia para que millones de indios celebren en la última luna llena del invierno el Holi, Festival del Color y la Primavera, en honor a la salvación de Prahalada y la muerte de Holika. Es una de las pocas ocasiones en que en la India no se tiene en cuenta la edad, la casta, la lengua, la religión… Todos somos iguales a la hora de celebrar Holi. De hecho es una de las fiestas más internacionales del país y no es raro ver un montón de occidentales con la cara y la ropa multicolor.

Durante una semana las calles se convierten en un hervidero de gente cubierta de polvo de color. En todas las tiendas y puestos venden, a 20 rupias la bolsita, lo que ellos llaman holi powder de todos los colores. Lo único que tienes que hacer para participar es salir a la calle, comprarte bolsas de varios colores y tirárselo a cualquiera que pase por tu lado. Ellos harán lo mismo contigo. Y si no quieres terminar como un arco iris, mejor quédate en casa mientras dura el festival.

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En el sur de la India son más recatados a la hora de festejar esta celebración callejera, pero en el norte se convierte en algo salvaje. Las chicas se ponen sus mejores galas, la música tradicional suena por todas las esquinas, los niños cambian el colegio por las calles… Todos salen impolutos para llegar a casa convertidos en un cuadro multicolor.

Así que no lo dudéis: si tenéis la oportunidad de viajar a la India hacedlo a finales de febrero o principios de marzo. Traeros las camisetas y los pantalones más viejos que tengáis, porque volveréis a España cubiertos de holi powder. E intentar tener unos cuantos días libres antes de volver al trabajo sino queréis que vuestros compañeros os miren como a bichos raros, porque estos polvos de colores tardan al menos una semana en desaparecer. Doy fe. Y vale, en la India es más normal ver a alguien con traje y la cara azul, pero no me quiero ni imaginar a mí misma saliendo a comprar el pan en Madrid cómo salí aquí la semana pasada. Nunca lo sabréis.

¡Namasté!

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