La huerta se abre paso en plena ciudad

Una mayor conciencia respecto del entorno y la necesidad de un nuevo modelo económico está favoreciendo la proliferación de huertos urbanos. Esta semana en 360 Grados Press hemos querido conocer de cerca este fenómeno en auge y, para ello, hemos recurrido a un caso referente.

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Un grupo de alumnosde educación infantil regresa al comedor del Colegio Padre Català. Vienen deuna pequeña parcela de campo, donde han recogido algunas hortalizas que ahorales prepararán para almorzar. Ellos han sido los encargados de plantarlas,regarlas y recogerlas. En definitiva, se han ocupado del cultivo en sutotalidad durante semanas. Y todo ello ha tenido lugar en plena ciudad deValencia. Más concretamente, en el barrio de Benimaclet. “Los niños tienen un concepto muy comercializado de la huerta y asípueden conocerla de primera mano“, afirma Amparo Cifre, gestora de esta iniciativa y vicepresidenta de lacorrespondiente Asociación deVecinos (AAVV). 

 

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Justamente, dichocolectivo fue el encargado de poner en marcha los huertos urbanos en los queahora estos escolares aprenden sobre el terreno. El proyecto funciona como taldesde hace un año, pero la idea se remonta a tiempo atrás y comprende unatrayectoria llena de obstáculos. “En 1994se aprobó un Plan de Actuación Integrada (PAI) para Benimaclet, pero pasaronlos años y no se hizo nada. Hartos de cómo estaba la zona, intentamosaprovechar el espacio para actividades sociales. Así, empezamos con los huertosurbanos en 2010. Teníamos el permiso del Ayuntamiento de Valencia, pero elbanco BBVA nos dijo entonces que no podíamos seguir“, relata Antonio Pérez, presidente de la AAVV del barrio.

 

Ciertamente, laentrada en escena de dicha entidad bancaria no se esperaba, pero una empresa enquiebra había saldado su deuda con ésta mediante la entrega de unos terrenos,los cuales también correspondían al PAI de Benimaclet. De esta forma, se fraguóun conflicto que se prolongó durante meses. Porque el BBVA no solo desatendióel mantenimiento de este solar, sino que trató de impedir el cumplimiento deldeseo ciudadano: la contratación de seguridad durante las 24 horas del día, lainstalación de un enrejado sin licencia municipal o el tiro de escombros sobrela parte de tierra que ya había sido trabajada fueron algunas de sus accionescon vistas a ello.

 

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No obstante, losvecinos también tomaron cartas en el asunto. Así, movilizaciones por el barrioy frente a las sedes del BBVA comenzaron a sucederse. Y, llegado el momento,también decidieron romper la verja y poner pie de nuevo sobre el terreno endisputa. Con todo, el banco optó por poner una denuncia y llevar el asunto ajuicio. “El juez falló a nuestro favor,destacando que estábamos desarrollando una función social en un espacio quehabíamos mejorado. Además, aunque el BBVA no quería saber nada de nosotros,conseguimos que las cuatro fuerzas políticas de la ciudad nos ayudaran. Poreso, cuando vio que todo el grupo parlamentario apoyaba nuestra reivindicación,cambió e hizo una cesión de usos de suelo al Ayuntamiento, el cual nos lo cedióa su vez“, explica Antonio.

 

Una buena cosecha en sociedad

Ese último episodiofue escrito en marzo de 2012, cuando en una convocatoria de prensa se anuncióel esperado convenio de entrega. La firma del mismo no llegó hasta un par demeses después, pero los trabajos que se venían realizando en los campos desdehacía algún tiempo prosiguieron, ahora sí, con tranquilidad y más ahínco quenunca. De esta forma, a principios de otoño ya se logró una primera cosecha.Sin embargo, la recolección de estos terrenos no solo se mide en frutas yhortalizas. En palabras de FermínAlegría, también gestor de los huertos urbanos: “Socialmente tiene un gran impacto. En Benimaclet somos unos 40.000habitantes y este proyecto ha significado que 300 personas de diferentesprocedencias trabajemos codo con codo, es decir, origina cohesión social“.

 

Sin duda, la idiosincrasiadel barrio de Benimaclet ha ayudado en gran medida a este éxito, el cual se havisto fortalecido por la presente coyuntura. “Cuando vine aquí a vivir hace muchos años todo era huerta, pero debidoa la burbuja inmobiliaria desapareció. Entonces, no hemos hecho más que buscarotra vez nuestra seña de identidad“, apunta Antonio. “Al entresijo social de esta zona se ha sumado el momento de crisis quevivimos, por lo que la gente se ha interesado más por los huertos urbanos“,completa Amparo.

 

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Así, este pasadotan estrechamente vinculado con la tierra ha propiciado que muchas familiasretomen una actividad que creían perdida, como también han pasado a convertirseen instructoras. Porque el caso del Colegio Padre Català es solo la punta deliceberg de esta función divulgadora: universitarios, asociaciones de diferentesámbitos y residentes de cualquier edad y procedencia aprenden actualmente aautogestionar su pedacito de campo. Apostar por el cultivo ecológico paraconsumo propio y no sembrar plantas invasoras son las únicas condiciones atener en cuenta. En cuanto a obligaciones, colaborar en los gastos comunes demantenimiento, los cuales no alcanzan los 50 euros anuales, ya que en este casono se ha establecido un régimen de alquiler.

 

Y la lista de esperaengrosa progresivamente: Benimaclet ha conseguido movilizar a sus vecinos, perotambién a otras partes de la ciudad. De hecho, tres barrios valencianos – San Marcelino, Campanar y Patraix – han decididotomar ejemplo y están en proceso de crear sus propios huertos. “Como decía el señor Galeano, se trata de hacerpequeñas cosas que se conviertan en grandes cosas en otras partes. Nosotrosdesde el ámbito local estamos mejorando la vida de las ciudades“, concluyeAntonio. Por ello, todo apunta a que la huerta se seguirá abriendo paso.

@LaBellver

Laura Bellver

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