Menudos barcos

Mimo, empeño y pasión por las embarcaciones. La redacción de 360gradospress visita la casa de un hombre que ha convertido una de sus habitaciones en un astillero, donde construye maquetas de barcos históricos que una vez surcaron los mares del mundo.

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Con las velasizadas y los cañones preparados para liberar pólvora, el navío San Felipe,buque insignia de la Armada Invencible española, se alza solemne, imponente y soberbio…no ante una flota de guerra, sino ante la mirada atónita de todo aquel que seacerque a la vitrina de más de un metro de largo donde está metido. Es la “obramaestra” de Esteban Vidal Vergara, un vecino de Silla (Valencia), que viveapasionado por el modelismo naval.

 

Tanto es así,que ha convertido una de las habitaciones de su piso en un auténtico astillerocasero, donde se evade del mundo exterior mientras talla piezas y más piezaspara sus maquetas de barcos. Porque Esteban Vidal construye las naves porcompleto: desde el casco, hasta los más mínimos y diminutos detalles, pasandopor los botes salvavidas, vigotas y arboladuras. No compra nada hecho, lofabrica. Y para ello, todo tipo de material con base de madera es susceptiblede acabar formando parte del esqueleto de una embarcación. “Los palitos de lospolos, las cerillas, los mondadientes planos y los redondos… todo eso me sirve”,explica Esteban Vidal en la habitación que se ha apropiado. De hecho, muestrala maqueta del galeón Santa Isabel, elaborado a base de palillos de dientes.

 

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Este velero esparte de una colección que empezó con la curiosidad de un niño de trece años yque ahora se ha convertido en más que una afición. “Mi hermano mayor aprendióde un hombre del pueblo y yo veía a mi hermano hacer maquetas y me empecé a interesar”,cuenta Esteban Vidal. Desde entonces han pasado cuarenta y cinco años y haconstruido unas 22 embarcaciones. Pero no es la cantidad, sino la calidad, loque actúa como un poderoso imán a la vista. De todos sus trabajos, él mismodestaca los tres que ha hecho para sus hijos. Las dos chicas tienen unMississipi, uno de ellos, el Mississipi Queen, “no lo saqué de ningún plano,sino de una maqueta de plástico muy pequeña; por eso es exclusivo”, aseguraEsteban Vidal. El resultado es una embarcación elegante y trabajada, pues sólopara la barandilla se cuentan 980 barrotes diminutos. Este navegable brilla conluz propia, literalmente… ya que incluso le ha incorporado un sistema deiluminación.

 

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Pero si hay unamaqueta de la que presume, esa es sin duda la de su hijo Esteban. “No haré otroigual”, mantiene con rotundidad. Desde luego, su tiempo le costó. “Henecesitado siete años para terminarlo. Me empeñé en que tenía que hacerlo y acabarlopara su boda”, cuenta. El San Felipe, de amenazante belleza, no sólo está hechode madera, también de paciencia y tesón. Esteban Vidal no es capaz de calcularel número de piezas que lo componen, pero sólo en cañones ya cuenta 109. Éstos,por cierto, son milimétricos; aunque no por ello carecen de adornos o deruedas. “Sólo para tornearlos puedo emplear un mes o dos, igual que con lasbarandillas”. “Hay veces que las piezas, de tan pequeñas, se rompen una y otravez, pero no me rindo: hay que sacarlas. Cuanto más difícil, más interés pongo”,mantiene. Este navío de guerra, que ronda el metro de punta a punta, además, “llevasiete caras talladas y no le faltan ni los cubos de la limpieza en cubierta”, recuerdaEsteban Vergara. Este buque no surca los mares, pero únicamente porque seencuentra en una vitrina, ya que está preparado hasta con el más mínimo detallepara zarpar.

 

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Esteban Vidal noescoge las maquetas al azar. “Construyo barcos porque me gusta interesarme porla historia que lleva detrás cada uno de ellos”, explica, al tiempo que repasaparte de su colección: “este es un Velachero, aquella una barca de la Albuferay aquí está el Mayflower inglés”. Ahora está inmerso en la construcción delVictory con madera de chopo y calcula que estará listo para la botadura en unpar de años, ya que “voy haciendo las maquetas en los ratitos que encuentro”,dice Esteban Vidal. Tiene claro que cuando le dé el último brochazo a estaembarcación, va a regalarla: “Éste es para mi mujer, sin duda”. Ella, que estádelante, sonríe. Sabe que pronto se unirá otra pequeña joya a esta flotaparticular.

Adrián Cordellat

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