Atracón con los Underwood

La tercera temporada de ‘House of cards’ está entre nosotros. Recordad que nunca es tarde para engancharse si la serie es buena. Aquí tenéis cinco motivos de peso para convenceros sobre este título en cuestión… en caso de no haberlo devorado ya, claro.

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1. De una sentada:

Lejos queda el romanticismo de esperar semana a semana por la emisión de un nuevo capítulo. Los seriéfilos nos hemos convertido en seres tan insaciables como ansiosos, de manera que el binge-wathcing que caracteriza a Netflix es una bendición. Porque no hay sensación equiparable a saber que una entrega consta de, por ejemplo, 13 episodios – como la tercera de House of cards – y que todos ellos están desde el día del estreno a un click de distancia.

 

2. Frank:

O, mejor dicho, Kevin Spacey. Bueno, en realidad ambos. Por una parte, el ambicioso y desalmado político que consigue manipular a los personajes de su alrededor, pero también al propio público mediante el recurso de romper la llamada ‘cuarta pared’. Por otra, el experimentado actor que ofrece una brillante interpretación capaz de despertar empatía por el malvado. Sin duda, el Globo de Oro en 2014 lo tenía bien merecido.

 

3. Los secundarios:

Empezando por Claire Underwood, la primera dama de la ficción televisiva que cobra vida en la piel de Robin Wright. Aunque más discreta en un primer momento, la mujer del ahora presidente de los Estados Unidos ha ido cobrando protagonismo y la serie ha crecido paralelamente con ello. Asimismo, en este punto no podía faltar mención a Douglas Stamper (Michael Kelly), el asesor que – alerta spoiler – acabó la segunda temporada aparentemente muerto y, por fortuna, ha empezado la nueva ‘vivito y coleando’… o intentándolo, al menos.

 

4. Como la vida misma:

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia; pero, definitivamente, House of cards recrea a la perfección las argucias por el poder que todo el mundo imagina que acontecen en Washington. Y, aparte de esta disección política y su alto contenido de actualidad, destacan las excelentes reproducciones de la escenografía; las cuales justifican gran parte del gasto medio de 3,8 millones de dólares por episodio con que cuenta la serie, según el presupuesto de sus dos primeras temporadas.

 

5. A enmarcar:

La democracia está sobrevalorada“. “El camino hacia el poder está pavimentado de hipocresía“. “Solo hay una regla: cazar o ser cazado“. “Lo que un mártir anhela más que nada es una espada en la que caer; así que afilas la espada, la mantienes en el ángulo correcto y, entonces, tres, dos, uno…“. “La generosidad también es una forma de poder“. Y etcétera, etcétera, etcétera. Cada capítulo está lleno de joyas en forma de frases dignas de un marco en la pared, de una cita en una conversación o, como mínimo, de un tuit – siempre y cuando se ajusten a los 140 caracteres –.


@LaBellver

Lorena Padilla

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