El Born y el Gòtic, dos barrios retro de moda

Moderno y antiguo son dos conceptos que en algunos de los barrios más emblemáticos de la ciudad condal se fusionan para proporcionar a turistas y a vecinos lugares de disfrute y de encanto en los que descubrir mil y una maravillas.

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Plantearse un viaje a Barcelona siempre es motivo de alegría. La gran cantidad de opciones de ocio cultural y gastronómico lo motivan. Tanto que da igual si lo haces solo o acompañado. En esta ocasión opté por lo segundo y me alegré porque tuve la oportunidad de conocer dos barrios que nunca había pisado con la suficiente intensidad y compartir la experiencia con mi acompañante entre risas, sonrisas de admiración y comentarios de interés.

 

Hablo de las dos zonas más modernas de la ciudad que en la actualidad ‘lo petan’, como se suele decir entre quienes las visitan o moran: los barrios Gòtic y del Born, que cuentan entre los dos con más de 30.000 habitantes, según datos del Ajuntament de Barcelona. Y es curioso que, como sucede en otras grandes urbes españolas como Madrid, Bilbao o Valencia, lo que las haya hecho más atractivas en los últimos años no sea justamente lo que define a la palabra ‘moderno’ (que pertenece al presente, al tiempo actual), sino todo lo contrario: su historia viva, su antigüedad cautivadora y su halo de decadencia.

 

Una decadencia maravillosa que ha pasado en un 50% por la chapa y la pintura del hoy para introducir en sus calles tiendas de lo más ‘trendy’, pero que también reflejan una vuelta al pasado en cuanto a moda y a restauración. Lo que ahora se denomina ‘vintage’. Aprovechar la estética antigua de las fachadas y la estructura del interior de los edificios para ofrecer a los turistas locales adaptados al siglo XXI con todo el encanto de los anteriores.

 

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Y no solo tiendas, también apartamentos que recogen la estética de la arquitectura de cada barrio y que son fácilmente localizables gracias a buscadores como la web de Hundredrooms, con la que nosotros mismos encontramos nuestro alojamiento temporal.

 

Unos centros turísticos que, además, no están muy lejos de las playas más bulliciosas y transitadas para los amantes del dorado de piel, el sol, el mar y el salitre, en verano, y de los tranquilos paseos por la orilla y el rumor de las olas, en otoño o invierno.

 

Pero nuestra excursión se centró más en los barrios top de Barcelona que he introducido y que nos dieron poca tregua de descanso en un fin de semana. El primero fue el Gòtic, cuya estructura permaneció casi intacta hasta el siglo XIX, cuando se derribaron las antiguas murallas medievales y se transformaron los cementerios parroquiales en plazas públicas.

 

El recorrido lo iniciamos por las míticas Ramblas, junto a Plaça de Catalunya, un antiguo torrente que canalizaba el agua hasta el mar transformado hoy en uno de los paseos más conocidos de la ciudad.

De ahí continuamos por la preciosa puerta de la calle de la Portaferrissa, que con su decoración cerámica nos recuerda cómo fue la muralla que acompañaba en la Edad Media; la Catedral de Barcelona, que destaca por su claustro del siglo XV, su estilo gótico y sus magníficos retablos, la sillería del coro y el sepulcro de Santa Eulàlia, y el Carrer del Bisbe, que cuenta con una gárgola muy interesante, la que representa a la princesa de la leyenda de Sant Jordi, que fue salvada del famoso dragón que atemorizaba a la población, sin olvidarnos de la Casa de l’Ardiaca, el Temple d’August, la Plaça del Rei o l’església de Sant Just i Pastor.

 

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Por su parte, el Barri del Born, nuestra segunda y última área para recorrer, es uno de los que más visitantes está acogiendo en los últimos años. De hecho, su centro cultural fue el quinto lugar de interés de toda la ciudad, con cerca de un millón y medio de turistas en 2015, según Barcelona Turisme, mientras que el Museu Picasso se quedó el séptimo con más de un millón.

 

Pero también otras zonas de este emblemático barrio captan la atención de los viajeros. Entre otras, el Palau de la Música y su impresionante fachada llena de mosaicos, y l’Església de Santa Maria del Mar, de estilo gótico catalán del siglo XVI. Sin olvidar la gran cantidad de tiendas encantadoras de toque retro, bares, cafeterías y restaurantes originales de precios asequibles que convierten a El Born en una parada ineludible cuando se visita Barcelona.

 

Lo peor es cuando el fin de semana acaba y toca volver a casa, pero nosotros nos quedamos con esa agradable sensación de haber disfrutado de dos barrios mágicos que nos obligan a reactivar la cuenta atrás para volver de nuevo a la ciudad condal. Y será pronto.

Inma Gabarda

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