La liturgia que rodea las corridas de toros ha sido el centro de atención de innumerables reportajes taurinos y culturales en un intento de comprender lo ocurre en los ruedos. Si decimos que esas reflexiones las han hecho historiadores, taurinos y periodistas, no estamos descubriendo nada nuevo. Sin embargo, sí resultan sorprendentes las disertaciones de Nietzsche sobre la fiesta taurina.
Al margen de que los festejos taurinos no sean, ni mucho menos, unamanifestación cultural en Alemania, lo cierto es que sí hubo y hay alemanesinteresados en el Arte de Cúchares.Uno de ellos fue el filósofo Friedrich Nietzsche, cuyos tratados reflejan laparte brillante de las cosas, pero también la cara oscura de la vida, porexplicarlo brevemente.
Aún recuerdo cuando esta servidora estudiaba filosofía en segundo debachillerato (¡no hace tantos años!), un curso en el que Platón, Rousseau,Nietzsche y Descartes formaban parte de esos aprobados raspados derivados deuna de las asignaturas más plomizas. Platón fue un hueso duro de roer, muchomás fácil me resultó Rousseau y el mundo cartesiano, mientras que Nietzsche seme antojaba un tipo raro y casi incomprensible.
Mi profesor de filosofía siempre nos ponía el mismo ejemplo: si os fijáisen las imágenes del atentado a las Torres Gemelas, el impacto de los avionesnos resulta horrible por las consecuencias que tuvo, pero Nietzsche reconoceríala vertiente y la calidad visual por lo impresionantes que resultan. Y viéndolocon perspectiva, conseguimos entender lo que el profesor intentabatransmitirnos. Con todo, Nietzsche no dejaba de parecernos un tipo más raro queun perro verde. Aun así, aprobé el examen sobre la filosofía nietzscheana, ¡aunquetodavía no sé cómo!
Pero cuál fue mi sorpresa cuando en 2009, en uno de los números de larevista Cuadernos de Tauromaquia, me encuentro con un ensayo titulado “Los valores nietzscheanos de las corridas detoros“, casi me da un síncope. Desde luego, de todos los filósofos quehabía estudiado, jamás hubiera pensado que el alemán se fijase tanto en elToreo.
La distinción que hace Nietzsche entre lo apolíneo (lo bello) y lodionisíaco (lo feo), son dos aspectos intrínsecos a la fiesta de los toros,según sus postulados. De hecho, asume la vertiente trágica de la Fiesta, comopueden ser las cornadas o la muerte, sin olvidar también la parte armónica quesupone una buena faena. Es más, explica cómo un diestro sobrepasa los límitesde su condición humana, cuando culmina una gran faena. Y aunque profundiza enambas caras de la fiesta taurina, el filósofo las percibe como un todo que dasentido a las corridas de toros, indicando que la “grandeza de las corridas detoros consiste en no negar la dimensión trágica de la vida, y en armonizar dosprincipios contrapuestos como son la racionalidad y la irracionalidad”.
Desde luego, si mi profesor me hubiera puesto el ejemplo de las corridasde toros, lo habría entendido a la primera. ¡A toro pasado, debo decir que dichoensayo fue una grata sorpresa que me reconcilió con Nietzsche y con lafilosofía!
David Casas