En Filipinas un payong (paraguas) es un objeto que evita que te mojes hasta que el viento lo destroza y la popular red de mensajes cortos se convierte en el mejor sumidero para desaguar dudas y miedos causados por la primera tormenta tropical sentida de cerca en la capital del país. Las 72 horas de emergencia por lluvias incesantes terminaron con una monstruosa ciberoración dirigida al cielo entre el terror de unos y el desconocimiento absoluto de muchos filipinos residentes en el extranjero. Sin embargo las soluciones para lo que del cielo cae se encuentran en la tierra.
Valencia es una ciudad curtida en inundaciones como bien conoce gran parte de los redactores y colaboradores de este periódico. Y Filipinas no es una excepción respecto a España. Si se inunda Madrid, aunque sea en una tarde de verano es como si se hubiera anegado toda España. Y cuando el agua corre por las calles de Manila, con sus doce millones de habitantes, el asunto de las tormentas tropicales y los tifones se convierte en asunto de portada en todos los periódicos.
El gigantesco riego hecho por la tormenta tropical ‘Falcon’ (en los servicios meteorológicos del país) o ‘Meari’ (denominación para el resto del mundo) comenzó con una catarata de mensajes en twitter escritos a golpe de teléfono móvil por quienes estaban atrapados en centenares de paradas y estaciones de toda la ciudad, siguió con la evacuación de 25.000 personas y terminó con la espontánea aparición del hashtag #prayforthephilippines (reza por Filipinas) que, merced a la fuerte emigración, fue worlwide trending (de los más repetidos en el mundo) aunque muchos no sabían exactamente qué había ocurrido mientras que otros se temían lo peor.
El penúltimo capítulo de esta historia se ha escrito el lunes de esta misma semana con la ‘cumbre’ metropolitana en la que por enésima vez se ha discutido sobre como acabar para siempre con las inundaciones. Muchas ideas sobre la mesa, sí. Falta de recursos para pagar obras de coste multimillonario, también.
El presidente del organismo público similar a nuestras mancomunidades de municipios (que es la fiel descripción política de Manila, una multiplicidad de ayuntamientos y ciudades conocida localmente como Metro Manila) Francis Tolentino no lo puede decir de forma más clara: “la red de tuberías de Metro Manila es de 580 kilómetros pero el 55 por ciento está fuera de nuestro alcance por obstáculos, tales como edificaciones o asentamientos ilegales”. ¿Qué limpieza de sumideros se puede hacer en estas condiciones?
Una de las imágenes de este reportaje ha sido tomada en un momento cualquiera en uno de los cauces que recorren esta ciudad. Plantas y basura pueden obstruir y de hecho bloquean la salida de las aguas cuando vienen mal dadas. En la isla de Mindanao, una plaga de la planta denominada jacinto de agua (eichornia crassipes) unida a la estrechez de la desembocadura del río Grande de Mindanao ha inundado el 90 por ciento de la ciudad de Cotobato. Consecuencia, uno tiene la sensación, basada en la experiencia, de que con este estado de cosas no hace falta demasiada lluvia para ver correr el agua por las calles.
“Trabajamos con cuatro radares Doppler pero en el año 2014 esperamos aumentar, con la ayuda del Gobierno su número a 16”. La información al ciudadano, aunque ha mejorado gracias también a twitter todavía está lejos de lo que cabría esperar en un país que anualmente soporta el paso por las cercanias o por el territorio nacional de entre 18 y 20 perturbaciones tropicales, más o menos severas aunque “cada vez más por el calentamiento del planeta y el cambio de los patrones meteorológicos”. Las lecturas de radar ofrecidas por AEMET y popularizadas en televisión por los hombres del tiempo son muy socorridas para el ciudadano normal porque entran con facilidad por los ojos. Con sus manchas azules y de otros colores dan una localización exacta, casi en tiempo real, de los lugares en los que se concentran las lluvias. En el caso de Filipinas la agencia estatal meteorológica PAGASA no ofrece ese servicio en su página web.
Nuevamente la falta de inversión en tecnología la pagan los ciudadanos a un precio muy variable: en la capital puedes encontrarte ‘tirado’, sin transporte público y a dos o tres horas, andando, de tu casa. En provincias puede haber (y hay como ha ocurrido en la ciudad de Olongapo) deslizamientos de terreno que sepultan casas con sus moradores dentro. También hay quien dice que los propios tifones podrían “barrer del mapa” las estaciones de radar como hacen con los repetidores de radio, televisión y telefonía o que los distintos grupos insurgentes asentados en amplias zonas, sobre todo del sur podrían inutilizar los costosos equipos.
Asi que, al final, los capitalinos somos con diferencia los mejor atendidos y los más protegidos frente a la furia de tifones y tormentas tropicales. En esto ha habido un antes y un despues respecto al mes de septiembre de 2009. Ese fue el momento en el que ‘Ondoy’, (‘Ketsana’ en su denominación mundial) y las lluvias monzónicas asociadas inundaron gran parte de la ciudad de Marikina, en la metrópoli, matando solo allí a 70 personas, 400 en toda la capital. Los manileños, como le ocurría al jefe de la aldea gala de ‘Asterix y Obelix’ tienen pánico a que el cielo vuelva a desplomarse con otro ‘Ondoy’ y por eso las evacuaciones cuando se producen, acaban siendo masivas.
Ahora se tira de twitter y se le pregunta a la mancomunidad cosas como ¿tal cruce es pasable? ¿cúal es el estado de tal avenida? Generalmente la respuesta llega con rapidez e incluso muchos usuarios del servicio dan las gracias, son menos los que se quejan y desde luego no se ven insultos ni expresiones que pudiera estimular el relativo anonimato de la red de los 140 caracteres. Uno se imagina a los agentes con los dedos literalmente pegados al móvil tecleando el nombre del cruce, la hora y expresiones como ‘media rueda’, ‘hasta la cintura’, ‘no pasable’, ’25 pulgadas’ (de agua), etc. El jueves y el viernes la autoridad metropolitana rebasó el límite de mensajes por cuenta y desvió las respuestas a otras cuentas de su personal, con la correspondiente -y solidaria- catarata de retwiteos de los nombres de las nuevas cuentas para los despistados.
¿Y qué hay de la ciberoración? Filipinas es un país mayoritariamente católico, con una práctica religiosa tradicional y popular. En este país no es posible divorciarse pero sí flagelarse la espalda en público durante la Semana Santa. Algunos mensajes pedían la intervención divina para detener las lluvias o para prestar socorro a los damnificados, otros se limitaban a repetir varias veces el hagstag reza por Filipinas. Y no eran pocos los que, procedentes de extranjero, demandaban información sobre la catástrofe, supuestamente de inmensas proporciones, que estaba ocurriendo. Entre todos consiguieron el grado de trending topic y ‘Falcon’ puso el resto, algo que
parece inevitable en Filipinas a pesar del objetivo ‘cero víctimas’ en desastres naturales lanzado por la nueva administración Aquino: 15 desaparecidos en el momento de escribir estas líneas que pueden ser más en los próximos días. Todos los casos se han registrado en provincias, lo cual da una idea de la diferencia en cuanto al riesgo que supone respecto a vivir en la capital.
Desde el Consejo Nacional para la Gestión de Emergencias, un equivalente a lo que sería Protección Civil apuntan a que los estudios hechos dicen que cada muerte en un país desarrollado se multiplica, en las mismas circunstancias por veinte en un país subdesarrollado. Y añade su director que si la inundación de la ciudad de Brisbane, en Australia, acabó con 45 fallecidos, en la isla de Luzón deberían haber muerto 900 algo que afortunadamente no ha ocurrido, si bien las seis perturbaciones meteorológicas que se han acercado al país desde abril ya han acabado con la vida de unas 70 personas.
Carlos Juan