La red de Neveras Solidarias le ha declarado la guerra al despilfarro de alimentos y ha decidido poner de relieve su valor a la vez que ayuda a las personas más desfavorecidas. Se trata de una iniciativa pionera en España que nació en un municipio de Vizcaya y ha ido extendiéndose por diferentes ciudades de nuestra geografía.
GBGE (Galdakaoko Boluntarioen Gizarte Elkartea) es una asociación de voluntarios del municipio vizcaíno de Galdakao que se encarga, entre otras cosas, de repartir alimentos a las familias más humildes del pueblo en colaboración con otras entidades. Mediante su reparto personalizado, atienden las necesidades de cerca de 400 personas a las que les hacen llegar cada mes un total de unos 3.200 kilos mensuales de alimentos y productos de primera necesidad. En el seno de esta asociación nació el proyecto de la Nevera Solidaria.
Esta iniciativa innovadora en España consiste en la colocación en las calles de refrigeradores con los excedentes de alimentos que donan los participantes. Todo aquel que quiera o necesite aprovechar la comida que sigue siendo consumible y que de otra forma iría a parar a los contenedores no tiene más que abrir las puertas de estas neveras y servirse.
“Aproximadamente la mitad de los alimentos que se producen nunca llegan a ser comercializados, bien por motivos de apariencia o por la polémica fecha de consumo preferente. Estos alimentos terminan siendo arrojados a la basura cuando, realmente, son perfectamente aprovechables”, denuncian desde la asociación. Muchos comercios de diferente índole, desde tiendas de alimentación hasta restaurantes, se ven obligados a dar por desperdicios alimentos en buen estado. Mientras tantos, algunas familias y personas se encuentran en dificultades para poder permitirse una dieta de calidad y equilibrada. Esta contradicción es a la que intenta hacer frente la Nevera Solidaria.
Despilfarro de alimentos, hambre y contaminación
Los datos sobre el despilfarro de alimentos y el hambre son demoledores. Un tercio de los alimentos que se producen se acaban desperdiciando. Mientras, más de 800 millones de personas en el mundo pasan hambre. Por otra parte, deshacerse de estos desperdicios también es muy costoso para el medio ambiente. Al destruir 1 tonelada de alimentos se emiten nada menos que 4,5 toneladas de CO2.
Países como Francia han decidido ponerse manos a la obra. A partir de julio de este año, los supermercados de más de 400 metros cuadrados no podrán tirar a la basura los productos perecederos, sino que deberán donarlos a organizaciones dedicadas a la alimentación animal o a la fabricación de abonos agrícolas. Esta decisión del gobierno galo va en línea con su determinación de reducir a la mitad el despilfarro de alimentos en el país.
En el ámbito europeo, un grupo de activistas de diferentes países abrieron una petición conjunta en Change.org para que la Comisión Europea obligue a los supermercados a donar la comida que les sobra a ONGs. Ya han conseguido más de 750.000 firmas, la ciudadanía está cada vez más concienciada de la lacra que constituye el despilfarro.
En España, la red de Neveras Solidarias de la asociación de GBGE ha decidido ayudar a que podamos poner nuestro granito de arena desde nuestras ciudades. “Es inadmisible que tiremos casi la mitad de lo que se produce. Mientras cientos de restaurantes y comercios tiran ingentes cantidades de comida a la basura, hay gente, tanto en nuestro país como incluso en nuestro propio barrio o municipio, que no tienen qué llevarse a la boca. Desde un punto de visto económico las cifras son escalofriantes. No sólo despilfarramos los alimentos que tiramos sino todo el proceso que ese alimento ha tenido de transporte, envasado… hasta la semilla plantada supone un impacto económico importante”, explica Ainhoa Crespo, miembro del equipo de la Nevera Solidaria.
Neveras solidarias
Según GBCE, las asociaciones de reparto y los bancos de alimentos no pueden procurar la atención diaria y continua que los pequeños comercios necesitarían para evitar el despilfarro. “Sin embargo, es aquí donde se produce uno de los mayores despilfarros de alimentos al ser el último eslabón entre la cadena de comercialización y el comprador, que no admite pagar por algo que no tiene buena apariencia o se encuentra cerca de su límite aconsejado de consumo, siendo el destino final del alimento, los contenedores de basura”, explican desde la asociación.
¿Se puede evitar todo este desperdicio de alimentos? GBCE ha ideado un sistema para hacerlo. Los pequeños comercios, y también particulares, pueden depositar la comida que no vayan a emplear o ya no puedan vender en neveras solidarias en la vía pública. Así, se ofrece un espacio donde poder depositar y sacar alimentos “a cualquier hora, cualquier día, sin necesidad de que ninguna asociación tenga que gestionarlos, almacenarlos y responsabilizarse de ellos, no suponiendo ningún incremento importante en cuanto a trabajo voluntario se refiere”. Los destinatarios no tienen por qué ser desfavorecidos, los alimentos están destinados a todo el mundo.
“La iniciativa es muy sencilla. ¿Quién nos iba a decir que con instalar una nevera en la misma calle íbamos a conseguir estos resultados? Conseguimos convertir alimentos que iban directos al vertedero en productos sostenibles y autogestionados por los propios depositantes y receptores”, señala Ainhoa Crespo.
Parece que la idea está funcionando. El 29 de abril del año pasado Galdakao fue el primer lugar en ponerla en práctica. No hubo actos vandálicos y la iniciativa fue un verdadero éxito. Por ello, afloraron solicitudes para unirse al proyecto. Murcia, Álava, Alicante, Madrid, Barcelona todas ellas y algunas más, con el visto bueno de las autoridades locales correspondientes, disponen ya de al menos una nevera solidaria con la que luchar contra el despilfarro y atender las necesidades de los más desfavorecidos. Más de quince municipios están en proceso de incorporarse a la Red.
Un ejemplo práctico
La última ciudad en unirse al proyecto fue Valencia. El Colegio Mayor Galileo Galilei del campus de la Universidad Politécnica de Valencia instaló una Nevera Solidaria a modo de máquina de vending el mes pasado. Esta residencia de estudiantes aloja a unos 500 estudiantes a los que provee de tres comidas al día en un menú tipo buffet libre. Esto se traduce en una buena cantidad de excedentes alimenticios en perfecto estado pero que no pueden volver a servirse al día siguiente.
“Nos dimos cuenta de que mucha gente se veía obligada a recoger comida de los contenedores, la comida que nosotros mismos tirábamos al final de cada servicio, y este choque entre nuestro exceso y la falta de alimentos que sufren muchas personas nos llevó a plantearnos que debíamos hacer algo”, explica Vicente Picasarri, director del Colegio Mayor. Cuando oyeron hablar de la iniciativa de la Nevera Solidaria, decidieron participar en el proyecto, aunque añadiendo algunos cambios a la idea inicial del proyecto. Para garantizar la seguridad y la trazabilidad de los alimentos, utilizaron el método de máquina dispensadora tipo “vending” pero a coste 0. Siguiendo este sistema, nadie ajeno a ellos puede manipular los alimentos depositados. El Colegio Mayor Galileo Galilei gestiona su mantenimiento y cuida su correcto funcionamiento, pero la máquina es de uso público y gratuito.
Desde la dirección del colegio mayor destacan las diversas ventajas de la iniciativa. De la vertiente solidaria, porque se contribuye a la lucha contra el hambre. Bajo un punto de vista ecológico, se minimiza el impacto medioambiental que se produce al tirar basura. Y desde una perspectiva ética, se le da un valor social a los alimentos y es una forma de concienciación colectiva. Además, por ser una residencia de estudiantes, la Nevera Solidaria tiene también un carácter educativo. “Constantemente hablamos de que la comida no se tira, entonces ¿por qué no poner en marcha un ejemplo práctico de gran valor para las generaciones que vienen?”, plantea Picasarri.
Esta nevera solidaria lleva ya un mes y medio funcionando y, aunque desde el principio en el colegio mayor se mostraban muy optimistas, los resultados son tan buenos que les han sorprendido. Han entregado ya más de 900 raciones de comida, convirtiéndose en la nevera solidaria más eficiente de España.
Desde el Galileo Galilei se muestran convencidos de la importancia de luchar contra el despilfarro de alimentos. “Hace unos años veíamos el hambre en el mundo con cierta distancia. La crisis económica que estamos sufriendo nos ha hecho darnos cuenta de que hay personas muy cerca de nosotros pasando hambre, en ocasiones familias enteras con hijos”, explican desde la dirección.
Picasarri también reivindica que se tenga en cuesta la vertiente de la globalización. “Si en el primer mundo incrementamos desproporcionadamente la demanda de alimentos, un tercio de los cuales acabamos tirando, hacemos que en otros países no puedan acceder en igualdad de condiciones, ya que los precios de las materias primas se encarecen debido a la ley de oferta-demanda”, denuncia el director del Galileo Galiliei.
Soma Comunicación