El fotoperiodista gijonés Manu Brabo lleva más de un mes retenido en Trípoli por las fuerzas leales al coronel Gadafi. Viajó para informar del conflicto y, sin buscarlo, se ha convertido en noticia.
Manuel Varela de Seijas Bravo, conocido como Manu Brabo, salió a buscar imágenes noticiables, fotografías que vender a alguna agencia o periódico pero está retenido y no puede enviarlas. Cámara al hombro, viajó a Libia con la idea de informar del conflicto armado entre el líder Muamar el Gadafi y los rebeldes pero hace ya más de un mes que está retenido en una cárcel militar de Trípoli. A principios de abril, cuando circulaba en un automóvil junto a otros cuatro periodistas extranjeros, fue detenido por tropas leales al líder libio. Se encontraban en los alrededores de la ciudad de Brega, al este del país. Desde entonces permanece en prisión acusado de haber entrado en Libia sin visado. No hay fotos, se acabaron las crónicas. La última fotografía tomada por el fotoperiodista gijonés data del 30 de marzo.
A partir de esa fecha el único contacto que han podido mantener sus padres con Manu Brabo fue el pasado 23 de abril, justo quince días después de que el gobierno libio reconociera tenerlo retenido. Una llamada telefónica de veinticinco minutos en la que Manu les trasladó que se encontraba bien, que le daban alimentos y tabaco. “Físicamente se encuentra en buenas condiciones, otra cosa será lo que le esté pasando por la cabeza”, dicen en su círculo cercano de amigos. Son demasiados días de cautiverio. Entre tanto las muestras de apoyo al fotoperiodista se han multiplicado.
A través de redes sociales como Facebook o Twitter se ha movilizado mucha gente. Periodistas de reconocido prestigio solicitan desde sus cuentas personales un día sí y otro también la liberación de Manu Brabo. Frente al Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid, decenas de amigos, sindicalistas y colegas de profesión se concentraron recientemente para exigir su inmediato regreso a España. Ese día y a la misma hora, en Barcelona, tenía lugar otra concentración para reclamar lo mismo y, en la plaza del Ayuntamiento de Gijón, más de trescientas personas solicitaban su puesta en libertad antes de soltar 720 globos, tantos como horas llevaba secuestrado el fotoperiodista gijonés. No era la primera vez que la ciudadanía se concentraba para reclamar su liberación. “Estamos rodeados de mucha gente que quiere a mi hijo y que nos anima a nosotros. Esto nos da mucha fuerza para continuar y procurar que no se olvide”, agradece Victoria Brabo, la madre de Manu.
La situación del fotoperiodista gijonés parece que ha entrado en un callejón sin salida pese a que desde el Ministerio de Asuntos Exteriores aseguran que se trabaja a diario para lograr su liberación. “Nos llaman todos los días por teléfono y nos dicen los pasos que van dando, que, por supuesto, quedan entre ellos y nosotros”, señala Manuel Varela, padre de Manu, quien tiene la esperanza de que la liberación de su hijo se produzca lo antes posible. “Estoy seguro de que resta un día menos para tenerlo aquí”. Sin embargo el paso del tiempo ha ido minando sus esperanzas. Reconoce que al principio creía que el problema se resolvería en unos días pero las semanas se suceden y Manu sigue en una cárcel. Tanto Victoria como Manuel han llamado a todas las puertas posibles solicitando ayuda pero, de momento, no encuentran a nadie que consiga convencer a Gadafi. Hace tres semanas, el gobierno de España envió a Trípoli a un diplomático para reforzar los contactos con las autoridades libias. Fruto de aquel encuentro se llegó a especular sobre el fin del cautiverio de Manu pero no fue así. Exteriores insiste en que si Brabo entró de forma ilegal en el país, la solución pasaría por su extradición a España. Libia no escucha y lo mantiene como rehén, como prisionero de guerra en un conflicto que se presume largo.
La Asociación Profesional de Fotoperiodistas Asturianos, siempre muy activa, también se ha movilizado en defensa de su colega. Su presidente Marcos León Jiménez reivindica el derecho a la libertad de prensa como un derecho de todos. “Preferimos la pluma a la espada”. En la última concentración en Gijón para exigir la liberación de Manu Brabo, el popular locutor gijonés Pachi Poncela leyó un manifiesto en el que denunció que “secuestrar a un periodista es dinamitar la democracia ya que informar no es delito. La libertad de expresión está en serio peligro”, subrayó.
En Viesques, el barrio gijonés donde reside Manu, aguardan noticias. Sus amigos han creado una plataforma bajo el lema Manu Brabo libre ya y esperan que su juventud (tiene 32 años) y su carácter le estén ayudando a llevar estos días de la mejor manera posible. Ninguno se plantea otro final que no sea el abrazar a Manu, escuchar sus historias y admirar sus fotografías. “Como siempre que vuelve de uno de sus viajes”, señala un amigo.
“Manu es una persona que valora los riesgos de su trabajo y que trata de dar su enfoque de primera mano, sobre el terreno, captando la realidad, su realidad, su mirada de las cosas de forma fresca y descarada”, explica su padre. Ese espíritu es el que le llevó a convertirse en fotógrafo freelance. Después de estudiar en la Escuela de Artes de Oviedo e iniciar la carrera de Comunicación en Madrid, es en 2006 cuando empieza a viajar. Desde entonces ha estado en Argentina, Bolivia, Haití, Kosovo y Palestina. “Manu es tenaz, impulsivo en sus argumentos y vehemente a la hora de defenderlos, pero a la vez es reflexivo, apasionado en su trabajo, perfeccionista y rebelde. Pero sobre todo es libre y ahora no lo está”.
Alrededor de quince periodistas están detenidos o desaparecidos en Libia desde que comenzó el conflicto a finales del pasado mes de febrero.
Javier Montes