La filosofía hippie vive aquí

Viajamos a Las Dalias, el mercadillo hippie de Ibiza que empezó tímidamente con el número de puestos que cabe en una mano y que treinta años después es toda una referencia para visitantes y lugareños, que encuentran artesanía en un ambiente que recoge la filosofía hippi.

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El día se presta a abandonar la chaqueta en el armario, a bajar las ventanillas del coche que quedará estacionado en una de las extensiones de tierra de la zona, que hace las veces de aparcamiento –y por el que se paga 3,50 euros en esta época del año- y a dejarse contagiar por el halo singular del mercadillo hippi de Las Dalias, en la isla de Ibiza.

 

Empezó en Sant Carles de Peralta con unos cinco puestos en 1985 y ahora, 31 años después, se cuentan más de 200. “Esto ha subido como la espuma. ¡Es mundialmente conocido!”, cuenta María José Miranda, una de las vendedoras que lleva 23 años en el mismo sitio. Ella misma diseña y produce la ropa infantil típicamente ibicenca que se encuentra en su puesto. Nació en Madrid. Se le pregunta si se ha planteado alguna vez hacer las maletas. “¿Irme de aquí? ¡No! Es mi tipo de vida”. Su respuesta resume la atmósfera que se respira en Las Dalias. No es un mercadillo más. La filosofía hippie y artesana impregna el ambiente.

 

Se escucha el sonido del kigonki, un instrumento inventado por uno de los comerciantes cuyo puesto está encajado entre las ramas de un árbol. Ese sonido tenue se mezcla con la música en directo de un cuarteto con rastas que logra que se arremoline la gente a su alrededor.

 

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Bisutería, telas, tesoros de Oriente, artículos de decoración, libros de segunda mano amarillentos por el efecto del inevitable paso del tiempo o la buenaventura tienen su hueco en este mercadillo. También los cuadros. Marga Juan pinta “de toda la vida”, y desde hace quince años vende sus acuarelas en Las Dalias. “Este mercado es muy especial. Me gusta contactar con la gente y la variedad de vendedores es enorme”, explica.

 

Y no le falta razón. En este lugar se hablan todos los idiomas, tanto por parte de los visitantes – un sábado de agosto pueden sumar hasta 20.000, según datos oficiales- como por parte de los vendedores. Pia Robinson es holandesa, pero tenía claro que vivir en Ibiza y vender allí sus artículos “era un sueño”. Habla desde su puestecito, lleno de pinturas en madera, de pendientes y alpargatas hechas a mano. “Adoro este mercado, no puedo explicarlo con palabras, es simplemente mágico”, confiesa.

 

Las Dalias ha viajado a Barcelona, Madrid, Berlín y Amsterdam, (Dalias On The Road) exportando no solo los productos, sino también la esencia artesana y hippie de este mercadillo, en el que también hay hueco para los bares, que no desentonan en estética.

 

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Las plumas y las flores se encuentran en los puestos y en las melenas de las hippies, que montan collares que más tarde venderán, tanto a los turistas como a los isleños. Así lo confirma el argentino Hugo, que maneja con tanto garbo una de sus marionetas que se antoja difícil admitir que ésta solo ‘cobra vida’ gracias a su mano. Llegó a Ibiza en 1986 y desde el 2000 vende en Las Dalias las marionetas que confecciona junto con su mujer, Daniela. Revela que los ibicencos también compran en este mercadillo y que, sin ir más lejos, a él le hacen encargos. En todo caso, “lo mejor es el ambiente tan bueno que hay entre nosotros”, explica, al tiempo que mantiene que el mercado “tiene mucho nivel en artesanía”.

 

Los colores, olores y sabores forman parte de Las Dalias, un lugar auténtico que tres décadas después de su nacimiento sigue conservando su esencia y personalidad.


@Lorena_Padilla

José Manuel García-Otero

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