Félix, el mayoral de hierro

Visitamos la única empresa autorizada por Osborne para fabricar, montar y reparar sus característicos toros negros

CARLOS JUAN, El Puerto de Santa María. Desde el exterior es una nave industrial como otra cualquiera. El ladrillo de hormigón y dos grandes puertas metálicas azules separan a los “embriones” de los toros de Osborne de los lugares elegidos para su emplazamiento. Dentro del taller de Félix hay todo tipo de herramientas para trabajar con metal, hay bisagras, hay cierres, hay cortes de chapa de múltiples formas y hay hasta dos perros que nos dan la bienvenida y siguen cada uno de los pasos que damos. Pero si hay una figura que diferencia a esta forja es la del toro negro que, cuando llegamos, está “empaquetado”, es decir plegado en una pila de piezas que forman este archiconocido, en nuestras carreteras, mecano.

“Este es el taller tradicional de cerrajería y forja de Félix Tejada e hijos”, nos informan. Y es que cada cosa tiene su nombre apropiado. “Somos un taller dentro de lo normal… un poquito especial”. Estamos en la empresa contratada por Osborne hace más de medio siglo cuando el toro pasó del papel al monte. La única que está autorizada para crear, montar y, cuando es necesario reparar los toros repartidos por las carreteras de España y los que, atendiendo las peticiones hechas por las administraciones han sido emplazados en otros lugares como la Universidad Politécnica de Valencia.

Pasando entre grupos electrógenos y soportes con piezas sometidas al proceso de corte descubrimos que la paternidad artística de la figura recae en Manuel Prieto, un pintor afincado en Madrid. En aquella España de la década de los 50 fue la suya una propuesta publicitaria cuyo recorrido exitoso dudamos que llegara a imaginar. Una vez aceptada la silueta del toro, Osborne traslada a los hermanos Félix y Pepe el deseo de fabricar un cierto número de unidades “tan grandes como se pueda” con el propósito de emplazarlas en los campos y los montes. El primer toro salió de este lugar construido con la misma técnica con la que será ensamblado el próximo “aunque con otras herramientas, más antiguas”.

La libertad dada por la empresa cliente de Félix en cuanto a las dimensiones del astado pronto encontró unas cifras clave de la que destacamos la altura: 13 metros con 80 centímetros. Esta longitud está condicionada, nos cuenta Félix, tanto por el ancho de la caja de un camión como por el número de extremidades del toro. Cada pata requiere un soporte “no visible” para un observador frontal. Haciendo los correspondientes cálculos la ciencia de Félix y sus hermanos llegó a la conclusión de que los montajes no podían exceder de esa altura para que las piezas más largas tuviesen espacio en un camión.

Toros y novillos
Hay “unos noventa y tantos” toros grandes repartidos por toda España. El número de “novillos” es inferior a treinta, nos dice Félix. ¿Es que hay dos tipos de toros? Sí, del mismo color, les diferencia la altura, sólo seis metros y medio para los “novillos”. Creíamos que la “ganadería” de la familia Tejada era más numerosa. “Eso suele ocurrir” nos responde Félix a nuestra pregunta. “La situación de los toros está muy bien distribuida porque tu viajas en el coche y ves un toro y no te empalagas viendo a otro toro y luego otro toro… a una distancia muy prudencial se encuentra el siguiente”.

Los vigilantes de los toros
¿Y cómo se puede ser “mayoral” de una manada tan dispersa como esta? Los auténticos “vigilantes” de los toros y de los novillos son los alcaldes de los términos municipales en los que se encuentran, sus concejales, los particulares y, por supuesto, los delegados y representantes de la empresa. Cuando se tienen noticias de algún problema, que casi siempre está relacionado con algún fenómeno meteorológico parte de la familia Tejada, que por cierto va por su segunda generación y con visos ya de introducir a la tercera, se desplaza al lugar asegurándose de que traslada también las chapas que sean necesarias para que el toro vuelva a lucir su espléndido alzado.

Con todo, las relaciones públicas hay que cuidarlas. “Aquí tratamos con abogados que tienen un terreno, con pastores…” nos explica Félix. Con personas, en suma muy diversas con las que hay que gestionar sin problemas el emplazamiento y, posteriormente, el acceso. Es un oficio, el de Félix, de “carretera y manta”, incluso ha sido necesario “cuadrar agendas profesionales” para que 360gradospress haya podido girar esta visita a las entrañas del toro.

La función que, en su origen tuvo el toro fue publicitaria. Después se ha convertido en un icono cuyo interés estético y cultural está avalado por varias sentencias judiciales. Para los pilotos que sobrevuelan el aeropuerto de Jerez tiene otra función bien diferente: es una referencia visual para la siempre delicada operación de aterrizaje. Hasta estos detalles se cuelan en el despacho, atiborrado de fotos de toros del “mayoral” Félix.

Carlos Bueno

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