¿Dónde está Chencho?

360gradospress visita el Mercado de Navidad de la Plaza Mayor de Madrid con la crisis y la tradición como protagonistas

ÓSCAR DELGADO. Chencho se perdió en la Plaza Mayor de Madrid cuando compraba con su familia los ornamentos de la Navidad. El niño de ‘La gran familia’ (1962) conmovió los corazones de los españoles en un tiempo de texturas en blanco y negro, de tradiciones arraigadas y de películas de bajo presupuesto, con el recurso a la sensibilidad del espectador como principal efecto especial. Unas décadas después, en el año de la crisis más profunda de la historia, el contexto festivo sigue siendo el mismo, bajo un consumismo más feroz si cabe, pero con la tradición del árbol, el belén, los villancicos y los adornos navideños mantenida en puestos de herencia familiar al abasto de quienes gastan unos euros por recordar escenas de ficción como la mencionada. 360gradospress pasea esta semana por el mercadillo navideño de la Plaza Mayor y conoce qué queda de lo de siempre y cómo se abre la Navidad más crítica del XXI.

“Mucha gente, pero la mayoría viene a pasear, a mirar o a tomar un vermú, sobre todo el fin de semana; está flojo”. María Jesús ostenta un puesto de adornos navideños del mercado tradicional de la Navidad en la Plaza Mayor de Madrid. A sus 51 años, no recuerda otra faena por estas fechas desde que tiene uso de razón que no sea la de “vender artículos navideños y adornos; estoy aquí desde que era un bebé, mis padres ya tenían el puesto y yo continué, como otros”. Mercadillos como éste se mantienen, precisamente, por esa tradición de convertir en fiesta la llegada de la Navidad en familia, para los que creen en esa concepción de los días festivos. Como afirma la vendedora, “la tradición es tanto para los que vendemos como para los que nos compran artículos; sin ellos no habría Navidad y sin el colorido que damos a la Plaza Mayor, tampoco”.

La crisis obliga a aprovechar el fondo del cajón para rescatar guirnaldas, bolas navideñas, luces y el resto de equipamiento de decoración. Aún así, el afán por mantener la tradición es el mejor aliado de unos vendedores que miran con escepticismo la afluencia de visitantes. “Vienen familias al completo, ésa es la buena noticia, los padres hacen lo mismo que hicieron los suyos con ellos, enseñar a sus hijos lo más tradicional de la Navidad para que no pierdan la costumbre”. Miguel Ángel ostenta un puesto de figuras de belén, “se pone en las casas mucho por los niños, vienen muchos padres jóvenes para darles el gusto a sus hijos, pero más por tradición que por creencias religiosas”. Nos dice que un belén completo se puede tener por unos 50 euros, “con pastores, reyes y animales incluidos”. Las figuras más caras son las procedentes de los artesanos murcianos y alicantinos, “antes se hacían con barro, ahora con marmolina y una de tamaño medio puede costar de 100 euros en adelante”. De vez en cuando, además de las familias que visitan el puesto de Miguel Ángel, “se cuela algún coleccionista que es capaz de mirar al detalle durante media hora una sola figura”.

Abetos y musgo
Diego, como otro los vendedores consultados por 360gradospress, se asienta en la Plaza Mayor de Madrid por Navidad desde que tenía 8 años. A sus 50, ha heredado de su familia el puesto de venta de abetos y de musgo. Precisamente, aclara que “el musgo está prohibido venderlo en España, pero el que vendemos nosotros lo compramos en Rumanía por cajas, allí no está protegido, como el muérdago”. Quien huya de los árboles artificiales puede comprar un abeto natural desde los 18 euros y una caja de musgo para el portal navideño por 10 euros. Cuando termine la Navidad, Diego recogerá sus bártulos y se dedicará a vender lo que vende el resto del año: “Corte y confección por los mercadillos, no sólo podemos vivir de estas fechas, hay que trabajar todo el año”.

Made in China
Los artículos navideños tampoco escapan a la deslocalización de las tradiciones. Los productos made in China invaden este año las estanterías de los puestos, entremezclados con el resto de aperos indicados anteriormente. Es el caso de los muñecos de nieve, los ‘papánoeles’, los disfraces, las lucecitas del árbol y otros objetos vinculados al frío y a los regalos. José Luis Peña cumple cuatro décadas vendiendo este tipo de objetos y explica que “es lógico que compremos lo que nos llega de fuera, son precios competitivos que te permiten vender cosas nuevas y modernas a un precio adecuado para la crisis”. Aún así, y por si acaso, José Luis también vende los instrumentos más característicos de este momento del año: “La gente compra panderetas y zambombas para mantener viva la tradición de cantar villancicos, para eso sí que no hay crisis”.

Entre empujones, gritos de reclamo y frío, 360gradospress recoge las bolsas con la mirada puesta en 2010. De fondo, la memoria se pregunta si no nos olvidamos de algo. No, mejor que Chencho siga envuelto entre gente y reaparezca cada año para recordarnos que la tradición se ajusta al gusto, al bolsillo y a las creencias de cada cual.

Marga Ferrer

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