Cercos de paro

Ponemos nombres y apellidos al problema de la destrucción de trabajo después de pasar una mañana en la cola del desempleo

ÓSCAR DELGADO, Valencia. La oficina del Servef de Llíria (Valencia) abre a las nueve de la mañana pero los parados de nuevo cuño y los que conocen mejor los recovecos del desempleo se dan cita en el lugar desde algunas horas antes, incluso de madrugada, “para coger número y no perder toda la mañana en pedir la prestación”. Las cifras del desempleo en España han tocado máximos históricos en octubre, alentadas por la crisis y su afección a sectores como la construcción o la hostelería. Cercos de paro, historias que 360gradospress.com descubre para acceder a las circunstancias personales de los que estadísticamente son una cifra, pero que esconden un historial laboral y personal con nombres y apellidos.

Prestaciones, subsidios, demandas, formación, certificados, bajas, renovaciones, A010, I054, D076, E023… Etiquetas, números, turnos, frases hechas, soniquete de lamentos, argumentos enlatados del funcionario de turno, “rellene el formulario antes de acercarse a ventanilla”, “no se atiende a nadie que no muestre el número”, “me sobra este turno que cogí por si acaso me daba tiempo a reclamar el subsidio, ¿lo quiere alguien?”, gangas de última hora en forma de papel carcomido por el sudor de la impaciencia, de la mirada al tendido, de la acumulación de minutos con la mirada fija en la pantalla en la que se da cuenta del paso de los números bajo el soniquete de una voz automatizada, como las caras de los que atienden, como el anonimato de los que se quedan sin empleo, como las más de 160.000 personas que perdieron su trabajo en octubre en España.

Con suerte, el que coge el número a las nueve de la mañana, puede conseguir entregar la solicitud para cobrar la prestación por desempleo antes de las dos de la tarde, antes de que la campana salve a los funcionarios de seguir despachando a la gente. “Llevo cuatro meses en el paro, no comprendo al Gobierno, todo es votar, votar, pero a la hora de la verdad, todas las cosas que dicen son mentira porque no ayudan a cambiar la situación”. La mujer de Francisco José López (que ha trabajado en la recogida de la naranja, en la construcción y en el montaje de muebles) está embarazada y, según dice, “también nos van a quitar la ayuda de los 2.500 euros por nacimiento”. En su cuadrilla eran ocho “y ahora sólo quedan cinco”, le queda un mes y medio de prestación y ve su futuro “muy negro, porque voy buscando trabajo y no encuentro nada, como no me vaya fuera…”.

Mustafá es marroquí, lleva cuatro años en España y nunca había tenido problemas para trabajar. Desde hace dos meses está en el paro, aunque, según dice, “ha tenido un poco de suerte porque creo que voy a trabajar gracias a la ayuda de 1.500 euros que va a recibir por contratarme la empresa que me ha hecho la entrevista, trabajaré en el almacén de frutas y verduras”. Asegura no perder de vista las noticias de “cada día sobre lo que está pasando en el mundo” y cree que las medidas para amortiguar los efectos de la crisis “harán mucho bien pero despacio” y confía en que la victoria de Barack Obama en Estados Unidos “nos traiga un poco de esperanza a todos”.

María Rosario García acaba de cerrar una boutique que abrió hace unos meses y espera turno para apuntarse al desempleo, aunque dice conocer la oficina del Servef desde 1994. “He ido trabajando para muchos sectores, en lo que ha ido habiendo; en la hostelería, como auxiliar de enfermería, transportista y he llegado a ser autónoma y tener una boutique de ropa que cerré en agosto. Después me surgió un trabajo con un contrato indefinido, aunque por exceso de personal me han despedido tras notar ellos un bajón muy grande”. Dice desconocer las medidas del Gobierno porque no cree en ellas, “desde el 94 así es mucho tiempo y muchos gobiernos”.

Pablo lleva dos meses en el paro y siempre había trabajado, ininterrumpidamente, en la construcción desde que comenzó su actividad laboral hace 9 años. Le “ha afectado la crisis de lleno” y le corresponden dos años de prestación por desempleo, tiempo que espera dedicar a encontrar trabajo. “Veo el panorama muy mal, a ver si ayuda la familia, no hay trabajo en ningún sitio y el poco que hay lo utilizan para aprovecharse de las personas”. Paga una hipoteca superior a los 170.000 euros (no podrá beneficiarse, pues, de la medida anunciada esta semana por el Gobierno), las letras de un coche y tiene un hijo. No confía en que la crisis acabe pronto, “toca buscarse la vida como sea y a ver qué es lo que pasa”.

Llega la hora del cierre de la oficina. Mañana será otro día, el momento para reproducir otras historias, otros momentos, más paro.

Óscar Delgado

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