¿Bendito puente de los Santos?

El viaducto sobre la ría del Eo revolucionó las comunicaciones entre Asturias y Galicia a cambio de dejar un lastimoso paisaje y lastrar la industria naval en sendas orillas. Han pasado 25 años desde la inauguración del puente de los Santos. 360 Grados Press visitó la zona y pulsó la opinión de los vecinos asturianos y gallegos, esos primos hermanos a los que unió aún más.

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Unas lanchas cargadas de comerciantes, estudiantes,amas de casa y trabajadores cruzaban cada media hora de Ribadeo a Figueras. Aen punto salían de Galicia, a y media salían de Asturias. La alternativa paracruzar de un lado a otro de la ría era seguir el sinuoso trazado de la N-642,casi media hora en coche a través de Vegadeo. Hoy sendas vías de comunicaciónhan pasado a un segundo plano. Siguen existiendo las lanchas pero ni el pasajees el que era ni las frecuencias las mismas. Ahora son turistas y curiosos losque dos veces al día, sólo los fines de semana, pueden darse un placenteropaseo por la ría del Eo bajo la atentamirada de un monstruo de hormigón y la N-642 ha quedado como una carreterasecundaria sin apenas tráfico, ideal para los cicloturistas.


Lainauguración en julio de 1987 del puente de los Santos -ampliado a finales de 2008 para la Autovía delCantábrico- revolucionó las comunicaciones y consolidó definitivamente aRibadeo como el gran centro de servicios de la franja costera que va desdeTapia de Casariego, en Asturias, hasta Foz, en la provincia de Lugo. Elviaducto costó en su día 7,8 millones de euros, un presupuesto mayúsculo paraaquella época, cuando España atravesaba una profunda crisis económica. Su principal valedor fue LeopoldoCalvo-Sotelo, con raíces familiares en Ribadeo. Quince días antes deabandonar la presidencia del Gobierno, en otoño de 1982, dejó lista laadjudicación de las obras de un puente que necesitó unos cimientos quesuperaron los 60 metros bajo el mar, levantar dos islas artificiales e instalarun funicular para conectar las dos orillas.


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Sus 612 metros fueron bautizados como puente de los Santos al unir San Roman, enFigueras, con San Miguel, en Ribadeo. Resulta extraño encontrarse con algúnvecino que critique el viaducto a pesar del brutal impacto medioambiental quesupuso. Ahora los problemas son otros. En Figueras, por ejemplo, una pequeñalocalidad que vive al latido de los Astilleros Gondán, reclaman en voz alta quese permita dragar la ría para permitir la salida de los busques que seconstruyen en el límite occidental de Asturias. Las fuertes mareas dejan a la vista un enorme banco de arena aescasos metros de donde trabajan sin descanso decenas de operarios. Eso, unidoal escaso calado, impide la salida y entrada de los barcos salvo endeterminados días, un handicap para una empresa que está próxima a celebrar suprimer siglo de vida.


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Desde Castropol, también en la orilla asturiana de laría del Eo, atisban en el horizonte el imponente puente de los Santos. Estapreciosa localidad ha quedado limitada avivir del turismo y de algunos peregrinos perdidos que optan cubrir el Caminode Santiago por la vertiente asturiana. Casa Vicente, un afamadorestaurante con vistas a la ría, parada obligada en la ruta entre Asturias yGalicia, o viceversa, vive hoy de los recuerdos aunque mantiene la soleragracias a su esmero en los fogones. Donde se frotan las manos es en Ribadeo.Esta localidad, la más oriental de Galicia y segunda en población de laprovincia de Lugo, se ha convertido en elmotor económico de la zona, mantiene un activo puerto de mercancías y haconseguido fijar su puerto deportivo entre los de referencia de las clasespudientes.


Y es que el puente de los Santos modificó algo másque el paisaje de la frontera astur-gallega. Unió aún más a los vecinos desendas orillas pero las localidades que entonces eran un trajín de idas yvenidas hoy ven pasar las hojas del calendario a la misma velocidad que losturismos cruzan el viaducto, en un abrir y cerrar de ojos.

@JavierMontesCas

Laura Bellver

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