Foto: Marga Ferrer

De mayor: piloto de dron

Patricia Moratalla

Periodista en 360gradospress.com
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A los pájaros y a los aviones se les ha unido un nuevo “amigo” que surca los cielos: los drones. Desde hace unos años, estas pequeñas aeronaves han ido mejorando su tecnología hasta tal punto que han reinventado trabajos o, incluso, han servicio como salida profesional de mucha gente. Es el caso de Héctor, un delineante que con la crisis se quedó desempleado. Tras adquirir un dron para uso recreativo, encontró su pasión, se formó en ello y ahora da servicio a distintas empresas y administraciones.

“Hace dos años me hice piloto profesional –cuenta-. A partir de ahí comencé a realizar trabajos relacionados con la toma de imágenes. Por ejemplo, me llaman para eventos, para realizar el seguimiento de la construcción de una vivienda o para proyectos que ponen en marcha agencias de publicidad”. Para todo ello, Héctor ha tenido que realizar un curso que le acredite como Piloto de Aeronaves Pilotadas por Control Remoto (RPA).

Tal y como explican desde la escuela de pilotos de drones Formadron, desde que en 2014 se establece la normativa que regula el uso de estos aparatos a nivel profesional, “se deja claro que cada piloto requiere de una formación especializada para ello. Por nuestra parte, como empresa dedicada exclusivamente al sector de los drones o también llamados RPAS o UAVS, entendimos que era el momento de crear una organización que, de la mano de personal especializado en este ámbito, formásemos a otros pilotos de este tipo de aeronaves”.

Foto: Marga Ferrer

Asimismo, señalan que, profesionalmente, los drones son “una buena herramienta para un fotógrafo que quiere ofrecer una perspectiva diferente, un topógrafo que necesita optimizar su tiempo o un agrónomo que puede hacer mediciones en solo unas horas en lugar de semanas”. Así pues, las posibilidades que aglutinan pueden ser ilimitadas, ya que se pueden adaptar en función del trabajo que se desempeñe para hacerlo más eficiente.

Esta escuela de pilotos de RPAS indica que se pueden utilizar brindando “buenos resultados” en actividades relacionadas con situaciones de emergencia, búsqueda de personas, control fiscal y urbanismo, vigilancia fronteriza, zonas rurales y agrícolas, control de incendios, investigaciones arqueológicas, investigaciones biológicas, control de piscifactorías, seguimiento de obras, contabilización de mercancías en almacenes y cinematografía. De hecho, en este último punto cabe recordar los magníficos planos cenitales tomados con drones de la serie ‘El cuento de la criada’ y que ha llevado a la plataforma Hulu a lo más alto.

También es conocido cómo los gobiernos emplean estas herramientas en asuntos militares; pero también pueden servir para ayudar al medio ambiente como Littledron, un proyecto coordinado por la Universidad de Vigo y financiado por la Unión Europea, que vigila la basura que se pueda acumular en las costas de las Islas Cíes. Incluso acaba de saltar la noticia de que UPS va a poseer la primer flota de drones para mensajería en Estados Unidos, en principio, dirigida solo al sector hospitalario, aunque no se cierran al resto. ¿Te imaginas recibiendo un paquete de la mano de esta aeronave?

Así pues, las opciones de esta herramienta resultan inmensas. Por ello, las escuelas que ofrecen este tipo de formación están recibiendo un gran número de personas interesadas en ser pilotos de drones u ofrecer este tipo de servicios. De hecho, Formadron recibe unos 1.200 alumnos al año. Además, ayuntamientos, Guardia Civil, Policía Nacional y Local o bomberos están apostando por formar a su personal en esta materia, ya que están usando drones durante sus rutinas laborales.

Uso recreativo vs uso profesional

Héctor recuerda que comenzó a “jugar” con un dron de tan solo 20 euros: “Quería probar. No era gran cosa, pero me acabó enganchando y, más adelante, quise hacer de este hobby una profesión”. Por ello, acabó adquiriendo por Amazon otro de unos 150 euros con el que estuvo experimentando. Y así hasta tener uno de 5.300 euros con cámara incorporada. “Toda la inversión inicial que hice, incluyendo el seguro o el curso, la he rentabilizado con creces en todos los sentidos, económica y personalmente, porque me encanta”, comenta.

De todas formas, hay que diferenciar entre el uso recreativo y el profesional en el uso de estas aeronaves. Según la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), perteneciente al Ministerio de Fomento, hay registrados 5.822 drones para uso profesional y 5.061 pilotos. Por comunidades autónomas, Madrid es que más tiene, con 767, seguida de Andalucía (709), Cataluña (570) y Comunitat Valenciana (362).

Realmente cualquier persona puede volar un dron con uso lúdico, siempre siguiendo una serie de normas establecidas por la AESA y por la Agencia de Protección de Datos. Sin embargo, si se emplea para trabajar se requiere, además de un certificado de piloto, un seguro de responsabilidad civil frente a terceros de 300.000 euros por aeronave, y como aeronave que es. Además, debe seguir lo dispuesto en el Real Decreto que regula su utilización en el ámbito profesional.

Las empresas del sector esperan la aprobación de una normativa Europea, prevista para el próximo verano, que dará una mayor expansión a este sector que aún está en pañales. “En la actualidad, los drones se encuentran en una batalla tecnológica frente a la burocrática –apuntan desde Formadron-. Este tipo de aeronaves tiene infinidad de posibilidades que harían las cosas más sencillas en muchas profesiones”. Y añaden que estos expertos siguen un control muy riguroso: “No se trata de aficionados que usan esto para buscar trabajo y que puede peligrar cualquier persona; se trata de equipos humanos que por obligación y por devoción mantienen unos estándares de calidad y compromisos muy altos. Son totalmente conscientes de lo que llevan entre manos cuando sujetan una emisora de radiocontrol y arman los motores de sus aeronaves para comenzar el vuelo”.

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