El uso de la cosmética, la elección de la ropa, los zapatos, la gastronomía, la ideología y la propia forma de pensar cambian cuando una persona se declara vegana. Pues el veganismo no es únicamente una forma de alimentación alternativa, ya que se trata de un modo de vida en el que confluyen todos los aspectos vitales de una persona. Y si no que se lo digan al conjunto de activistas con los que hemos podido contactar desde 360 Grados Press, que está detrás de la organización de la Ruta de la Tapa Vegana, que se celebró el fin de semana del 11 y 12 de febrero en la ciudad de Valencia.
Este grupo de activistas que pertenece a distintas asociaciones vive por y para el veganismo, cuyo fin es crear un espacio donde puedan informarse de este estilo de vida basado en el respeto a los animales. Para las personas que están concienciadas con este movimiento pero no saben cómo deben actuar para ser respetuosos con lo que les rodea, existen asociaciones que te ayudan en la transición hacia el mismo y en el proceso de adaptación. “Sabemos que no es fácil iniciarte en el mundo vegano cuando prácticamente todo lo que te rodea está relacionado con un abuso animal“, señala María, vegana desde hace ocho años.
Y es que cuando una persona decide ser vegana su forma de alimentación no es lo único que varía. Lo hace la ropa que viste, las cremas que utiliza, los productos que emplea para el pelo, para el cuidado de la piel, incluso el perfume o la fragancia que utiliza. Según relata María, “todo cambia si existe el mínimo indicio de que se ha experimentado con animales o estos han sufrido para la elaboración de ese producto“.
Con la idea firme de crear ese espacio en el que se puedan adquirir cosméticos veganos, descubrir alimentos nuevos, conocer asociaciones y santuarios de animales para proteger los derechos de los animales, este conjunto de activistas el pasado fin de semana pusieron en marcha la primera ruta de la tapa vegana en Valencia “de las muchas que vendrán después“, recalca Vicente Faulí, quien se encuentra al frente de la organización.
“Nuestro objetivo siempre ha sido el mismo, queremos difundir el veganismo y el pensamiento crítico a la sociedad“, señala el representante. Parece que desde hace unos años como contamos con más información ha habido un pequeño despertar, que ha levantado las inquietudes de muchas personas que ahora se plantean si comer un producto derivado de un animal es ético o si llevar una chaqueta de cuerpo es moral.
“Creemos que supone un buen punto de encuentro para conectar activistas y hacer que su activismo sea más eficaz”, puntualiza. Y es que como acto benéfico que supone, el éxito siempre depende íntegramente de los voluntarios y colaboradores. Aunque se podría decir que este fin de semana tuvo una gran acogida, porque casi una treintena de asociaciones colaboró para hacerlo posible y esperemos poder duplicar el número en la próxima edición.
Veganos voraces
Ciudades como Alicante, Barcelona o Madrid ya han orquestado esta iniciativa anteriormente con la Feria Vegana. Pero este fin de semana ha sido el turno de la terreta. Valencia se ha impregnado del olor a hamburguesas de tofu, batidos sin lactosa, leche de almendra, chorizos veganos, ropa con tejidos sintéticos y cosmética natural, producida con componentes heterogéneos. Bajo el lema “Por un mundo sin violencia“, la urbe ha acogido multitud de talleres para aprender cocina vegana, conferencias, charlas y coloquios para tratar esta temática, desde un punto de vista sociológico. Porque lo que está claro es que el veganismo es una filosofía de vida cada vez más arraigada en nuestra sociedad y debemos conocerla para comprenderla.
De hecho, sorprende el espacio que ocupa la moda en este tipo de encuentros veganos, en los que se podría decir que es la segunda protagonista. Multitud de puestos ambulantes y locales ponen a disposición de los asistentes ropa elaborada con elementos naturales, descartando materiales como el cuero, la lana y hasta pegamentos de origen animal en la suela de los zapatos. En este sentido, los activistas han manifestado que aspiran a que este certamen se convierta en un vehículo conductor del activismo ecológico en la ciudad, gracias a la participación de organizaciones de protección animal.
Inma Gabarda