Valencia se viste de faralá

La cultura andaluza llega a la terreta en su XXV edición para vivir de cerca sus costumbres y tradiciones, además de degustar su gastronomía y sentir el ambiente festivo que anima a bailar sevillanas tras algún rebujito. Esta semana en 360 Grados Press nos trasladamos a la Feria de Abril (de Valencia).

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Un arco de flores repleto de guirnaldas de luces reside la entrada que da acceso a la XXV edición de la Feria Andaluza de Valencia, que se celebra hasta el 7 de mayo. Flores, rebujitos, mojitos, tapas, canturreos, bailes, caballos y el olor a pescadito frito inundan durante diez días el recinto ferial, que acoge a centenares de viandantes vestidos con sus mejores galas y sus faralaes para celebrar esta fiesta popular de Andalucía.

 

La música, la gastronomía, el baile, las sevillanas. Absolutamente todo te transporta allí. Los andares y los cantares risueños de los artistas te hacen sentirte como si estuvieras en el Sur, montado en un carruaje arrastrado por caballos. La diversión y los cantos al son de la guitarra crean un ambiente diferente, como el que ya vaticinaban Los del Río en su canción, “Sevilla tiene un color especial“. Diez días que llenan de luz la terreta y dejan paso a un compendio de actividades rurales, ecuestres y bailes grupales, en los que nos adentramos.

 

Y, por supuesto, tampoco faltan las mujeres acicaladas vestidas con traje de faralaes, flores enredadas en el cabello y carmín rojo en los labios, que van acompañadas de sus familiares y amigos para rendir homenaje a la Feria de Sevilla, cuya tradición se remonta al año 1847, momento en el que se creó como una feria ganadera. Pero con el tiempo el aspecto festivo del acontecimiento se impuso a la parte comercial, hasta convertirse a día de hoy en una cita imprescindible para los sevillanos.

 

Un evento que tiene lugar en el recinto debajo del puente de las flores para convertirse en el segundo hogar de los habitantes, un espacio donde compartir y divertirse en compañía. Como marca la tradición, la fiesta dio el pistoletazo de salida el viernes 28 de abril con la “prueba del alumbrao”, el encendido de las bombillas de colores como se hace habitualmente en Sevilla.

 

En el interior se encuentran instaladas las carpas blancas en la arena, que ofrecen a los asistentes comida, tapas y bebidas a precios populares. A cargo de varios integrantes de las asociaciones culturales andaluzas de la organización, estos espacios se entienden como un lugar familiar en el que agasajar a amigos, familiares e invnitados con los productos típicos de la tierra, además de beber vino, cantar y, por supuesto, bailar sevillanas.

 

Durante los días que se prolonga la fiesta la gente viste los trajes típicos andaluces. Los hombres lucen la indumentaria campera tradicional mientras que las mujeres portan el vestido de flamenco o de gitana.Por el día, la feria se llena de demostraciones ecuestres a cargo de amazonas y jinetes, así como de carruajes ricamente ataviados con banderines y colores llamativos rojos y amarillos.

 

Pero este ambiente cálido y festivo no se limita únicamente al recinto. También se traslada al exterior, dado que la gente suele bailar en la calle y el carácter abierto de la festividad invita a unirse a la celebración a todo el que pasa. De hecho, un buen número de extranjeros acude motivado por la curiosidad y se deja embelesar por la belleza andaluza que nos ha dejado como legado la ciudad de Sevilla.

@InGabarda

Inma Gabarda

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