Bolsos, delantales, monederos o turbantes, entre otros complementos, pueden significar el acceso a unos mínimos de bienestar y la oportunidad de prosperar personalmente. Esta semana en 360 Grados Press descubrimos cómo el diseño tiene mucho que decir y que aportar en materia de cooperación para alcanzar un justo progreso social.
Podría haber quedado en un proyecto más de los tantos realizados mientras se cursan estudios universitarios, pero Jordi Alberola e Inma Bailén decidieron darle continuidad una vez fuera de la facultad. Así, estos dos jóvenes que se conocieron gracias a su vocación por el diseño industrial no sólo se convirtieron en buenos amigos, sino que emprendieron juntos una iniciativa que ha hecho de dicha disciplina otra herramienta para el desarrollo. “Para nosotros supone un satisfacción máxima. Hemos pasado de estar enfadados en un estudio de Valencia por no tener empleo o sentirnos explotados a trabajar en un sitio donde por poco que se haga significa mucho“, explica Inma.
Concretamente, después de probar en Mali y en Ecuador, la idea de este grupo recaló en la ciudad de Kolda, una de las regiones más pobres de Senegal castigada durante tres décadas por un conflicto civil que no vislumbró el alto al fuego hasta mayo de 2014, siendo el más largo de África Occidental. “La Xarxa Consum Solidari tenía allí una labor en marcha, pero se iba a quedar a medias, así que todo vino como rodado para nosotros. Porque gracias a ello entramos en contacto directo con un grupo de mujeres que ya tenían unas nociones básicas de costura“, sigue explicando Inma. De esta forma, por tanto, empezó a consolidarse Design For Development (DExDE).
Entrando en detalles: quiénes y cómo
En definitiva, podría decirse que el equipo de DExDE cruzó un puente que le condujo hasta DEGGO, un colectivo que pertenece a la Federación Regional de Asociaciones de Personas con Discapacidad de Kolda y que trabaja por la formación e inclusión de las mismas centrándose en la población femenina. En este caso, el medio escogido es la artesanía textil. En palabras de la entrevistada: “Nosotros les facilitamos el diseño de los productos, el cual adaptamos a los materiales locales, como son las telas wax. También nos encargamos de la comercialización en el único hotel de la ciudad y en la zona de playas con vistas al turismo. Asimismo, traemos parte de las creaciones a España en nuestro propio equipaje y vamos tienda por tienda para encontrar puntos de venta y probar suerte“.
El momento de los resultados
Iniciado hace poco más de un año, este proyecto ha sentado unos cimientos estables que garantizan su continuidad. El camino no ha sido fácil, pues sus precursores han tenido que sortear baches como la falta de electricidad, las pésimas condiciones de equipamiento e instalaciones, las dificultades de comunicación en la lengua nativa o la búsqueda in situ de materiales en el mercado. Sin embargo, los esfuerzos se han visto finalmente recompensados. “Estas mujeres ahora pueden comer todos los días, ir al hospital si tienen cualquier problema de salud, ya que allí han de pagar por la asistencia sanitaria, y ayudar a sus familias. Es decir, han mejorado su calidad de vida notablemente, pero también han ganado confianza en sí mismas. Ser mujer en África ya es complicado de por sí, así que teniendo una discapacidad, mucho más“, ilustra Inma.
Las aspiraciones, siempre hacia arriba
Con el taller de Kolda a pleno rendimiento, desde DExDE han decidido exportar sus principios de comercio justo y empoderamiento a otras localidades senegalesas. De hecho, el mismo día en que Inma atiende la llamada para escribir estas líneas se encuentra junto a su compañero en Oussouye, también ubicada al sur del país, donde se acaban de establecer para repetir experiencia, esta vez diseñando productos con palma trenzada. Todo esto, sin desentenderse de su emplazamiento original, en el cual mantienen un seguimiento, y en plenas gestiones por constituirse como ONG, de manera que puedan tener socios y recibir donaciones particulares, ya que hasta ahora la financiación ha dependido en exclusiva de una única asociación privada. “También queremos transmitir que hay una forma diferente de ayudar. Que no es sólo cuestión de dar dinero, sino herramientas de trabajo para que todo el mundo pueda prosperar“, concluye la propia Inma.
José Manuel García-Otero