De un tiempo a esta parte la coyuntura nos viene recalcando la existencia de algunos conceptos. Este es el caso de los Bancos de Alimentos, encargados de que mucha gente no sea desposeída totalmente de un derecho fundamental. Así, recientemente, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia ha reconocido su labor. Sin embargo, hace años que estas organizaciones sirven a quienes más lo necesitan. Esta semana en 360 Grados Press hemos querido conocer de cerca su trabajo.
Coincideuno de esos pocos días en que el cielo se torna plomizo y descarga unapersistente lluvia sobre la ciudad de Valencia. Indiferentes al clima, unnutrido grupo de personas hace cola desde primera hora en la calle como cadames. Hoy toca recogida y no pueden permitirse faltar. Así, se ordenan alrededordel Banco Solidario de Alimentos y esperan pacientemente hasta que les llega suturno. Dentro, decenas de voluntarios organizan a contrarreloj las entregas.Los carros llenos de comida se suceden. En total, unas 3.500 familias sonatendidas en este centro.
Unaescena similar tiene lugar a poco más de 20 kilómetros de allí, en la localidadde La Pobla de Vallbona. En este caso, la sede del Banco Solidario que aquí seencuentra abre esta mañana sus puertas para dar de alta a otros muchosdemandantes. “Llevo solo dos añostrabajando en el Banco Solidario, pero he notado un gran aumento desolicitudes. De hecho, ahora mismo tenemos una lista de espera de unas 4.200personas“, apunta Mª Ángeles, una de las voluntarias. Mientras, suscompañeras ultiman papeleos y ofrecen una primera partida de alimentos a losrecién llegados, quienes se sumarán a las 1.500 familias que ya acudenmensualmente.
Perola actividad no termina en este punto: unos pasos más allá en la misma acerahay otra nave, la correspondiente al Banco de Alimentos, el primigenio. Éste daservicio a 272 asociaciones. Así, más que carros de compra, las furgonetas demúltiples centros benéficos son las que se relevan en este espacio. De estaforma, y siguiendo con las cifras, esta institución socorre indirectamente acerca de 45.000 personas.
Obviamente,el ritmo de trabajo no siempre fue así. “Cuandofundé el Banco de Alimentos en Valencia en 1994 junto con un grupo de amigosíbamos a las empresas y nadie nos conocía. Nos costó mucho introducir elconcepto“, recuerda Jaume Serra, su presidente. Sin embargo, los tiemposhan ido cambiando y, con ellos, las necesidades. Así, corría el año 2000 cuandose detectó que algunos colectivos no eran atendidos por la sociedad, como laspersonas que habían inmigrado o las que carecían de un hogar propio. Por ello,desde el propio Banco se organizaron batidas para proporcionarles comida yprendas de abrigo.
Yuna nueva cuestión no tardó en surgir: “Cuandollegó el 2005, las familias fueron las que empezaron a llamar a nuestraspuertas para que les echásemos una mano“, explica el propio Jaume. Ahí fuecuando los Bancos Solidarios entraron en escena, constituidos como una entidadindependiente concebida para entregar los alimentos en mano. Así, de todo elloha resultado esta red que ha logrado recoger y repartir unos 35 millones dekilos de comida en sus 18 años de historia. “Cubrimos un espacio que la sociedad no cubre. De esta manera nos hemosganado un papel muy importante. Ahora son las empresas las que acuden anosotros“, matiza el presidente.
Yese “espacio” no hace más que crecer.Tanto es así, que el Banco Solidario de Valencia ha multiplicado su actividadpor diez en los últimos tres años. No obstante, la voluntad de ayudar tambiénhace lo propio. Por ejemplo, el objetivo más próximo es ampliar la cobertura enNavidad y, para ello, se ha programado una iniciativa de cajas solidarias. Enpalabras de Jaume: “La idea es venderunas 200 para que el 15 de diciembre podamos entregar a las familias que estánen lista de espera productos de primera necesidad con vistas a las fiestas“.
Contodo, las jornadas de los voluntarios no entienden de descanso. Mañanas,tardes, fines de semana y lo que haga falta es su filosofía. Ellos son losencargados de hacer llegar la comida incluso a quienes no pueden salir de sucasa. Y el ánimo también les llega para salir una vez por semana a atender losbarrios más marginales de la ciudad. “Ahoramismo en Valencia estamos trabajando en una zona en la que hay más de 500personas provenientes de África y del este de Europa. Hay niños. Todos duermena la intemperie y van descalzos en pleno invierno“, ilustra el presidentedel Banco.
Endefinitiva, los casos de necesidad se acumulan. Así, Jaume no se cansa dedenunciar: “Hay que recortar donde hayque recortar y apoyar donde hay que apoyar. Aquí hay mucha gente que llevatrabajando 40 ó 50 años y que ahora no puede ni comer. El dinero que se aportaa los bancos bien podría salvar a muchos millones de españoles“. Actoseguido, un mensaje de gratitud acompaña estas palabras. Jaume se refiere tantoa quienes colaboran en los Bancos como a quienes les prestan atenciónmediática. Y lo mismo transmiten los ojos de todos los allí presentes al saberque esta situación y su trabajo al respecto van a ser dados a conocer; unahumildad que, sin duda, solo se encuentra en la buena gente.
Óscar Delgado