The Trotsky

La idea es tan buena como el resultado fallido. Un joven estudiante canadiense se cree la viva reencarnación de Leon Trotsky pero si el líder de la revolución rusa levantase la cabeza censuraría el guión y únicamente aplaudiría los intentos de Jay Baruchel, el actor que interpreta su personaje, por darle algo de juego a una comedia algo ridícula.

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A medio camino entre una comedia deinstituto y una defensa de la juventud más activista The Trotsky -dirigida por Jacob Tierney en 2009- es una cadena desituaciones un tanto absurdas y extravagantes. La cinta cuenta la vida de unjoven estudiante canadiense, Leon Bronstein (Jay Baruchel), de familia bien y cuyo único objetivo es emular aLeon Trotsky, el líder marxista de la revolución rusa. Arranca contándonos cómoes despedido de la fábrica de su padre por emprender una huelga de hambre paradenunciar la explotación que sufren sus trabajadores. El castigo consiste enque Leon vaya a una escuela pública donde intenta, a su manera, liderar unarevolución socialista con la excusa de montar un sindicato de estudiantes.


La apatía de sus compañeros y la faltade compromiso hace que al principio fracase en su intento por cambiar el mundomientras consigue conquistar el corazón de Alexandra, una chica diez años mayorque él y que, según la biografía de Trotsky, debería de ser su esposa. Quizáspiensen que esto que les relato es un poco enrevesado pero la historia es así yla paranoia del protagonista principal también.


Con la típica moraleja final de que elque la sigue la consigue, tanto a la chica como su lucha por mejorar la vida desus compañeros de escuela, el largometraje navega entre la apatía y elaburrimiento porque se pierde en un sin sentido que el espectador no acaba deentender. Tanto se riza el rizo que la historia acaba naufragando aunque hayque reconocer que el guión es diferente y, por tanto, es difícil catalogarla.


 

 

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