Dirigida por Agustín Díaz Yanes, cuenta con un reparto de lujo para una historia que no hay por donde cogerla. Ladronas españolas contra mafiosos mexicanos; una lucha absurda y sin sentido.
Son cuatro amigas, dos de ellas hermanas. Son ladronas profesionales que actúan en la zona sur de España hasta que un día uno de sus golpes sale mal. Aurora (Ariadna Gil) acaba entre rejas; Ana (Elena Anaya), su hermana, se gana la vida como prostituta pero un día un mafioso mexicano se enamora de ella tras hacerle una felación. La chiquilla, harta de su vida, cae rendida a los encantos del capo y se va con él a México DF donde se casa. A partir del día en que se pone el anillo empiezan a caerle palizas. Tantos golpes acaban con ella en el hospital en estado vegetativo. Las otras dos amigas que faltan son Gloria (Victoria Abril) y Paloma (Pilar López de Ayala), esta última se pasa media película intentando sacar de la trena a Aurora. Al final lo consigue.
Con las cuatro en la calle -bueno Ana está en el hospital más muerta que viva- deciden reunirse en el DF con el objetivo de dar el golpe de sus vidas. Quieren robarle al narco mexicano todo su capital. Así lograron dos cosas: forrarse y vengar a su amiga. La verdad es que la trama no hay por dónde cogerla. El mafioso se llama Félix (José María Yazpik) que, como no podía ser de otra manera, tiene un lugarteniente fiel a su servicio, Gabriel (Diego Luna), quien se encarga de todos los trabajos sucios.
Al final todo sale rodado para ellas y fatal para ellos. En plan comando. ¡No se lo cree nadie! Un guión absurdo, unas escenas metidas con calzador, unos diálogos pobres y un final que no hay por donde cogerlo. En resumen, una película mala o peor.
David Barreiro