Por David Barreiro, escritor y periodista
No todo aquello que se da cita en la vida tiene su lugar en laliteratura. Pasaremos ahora de largo por el momento de algunos temas queal oficio de narrar le han sido tradicionalmente esquivos y nos detendremos enun elemento que es cosustancial a la vida pero es puro riesgo en la literatura:la casualidad.
Todos hemos experimentado en nuestro quehacer cotidiano sucesossin mayor explicación que el de la pura casualidad. ¿Quién no ha pensado en unapersona y se la ha encontrado por la calle minutos más tarde? ¿Quién no hacogido un libro al azar de la estantería y de pronto parece que el mundo giraen torno a ese autor hasta entonces para él desconocido?
Por desgracia, la casualidad, tan frecuente en la vida, es terrenocenagoso en la ficción. Es evidente que puede utilizarse, pero hacerlo implicael grave riesgo de que sea visto por el lector como una falta de recursos porparte del autor que, incapaz de enhebrar la historia, acude al azar como mediopara conseguir un determinado objetivo.
Resulta curioso, por ello, cómo Paul Auster (Newark, 1947) hacreado su universo literario en torno al tema del azar, a las casualidades queazotan a los personajes y los arrastran de un lado a otro en el devenir de sushistorias. Unos lo tomarán como una fortalezay otros como una debilidad del autor neoyorquino, pero lo cierto es que haconseguido voltear una de esas máximas que parecían inamovibles de la teoríaliteraria.