Hace una semana la redacción de la revista Charlie Hebdo de París sufrió un atentado en el que perdieron la vida doce personas. Desde esa fecha se han multiplicado las condenas, las manifestaciones y concentraciones de repulsa y ha habido tiempo para que el semanario satírico vuelva a salir a la calle con una tirada de tres millones de ejemplares -agotados en unas horas- cuando lo normal es que las ventas apenas superaran los cincuenta mil.
Sobre el atentado, las 72 horas de huida de los terroristas y las reacciones a lo ocurrido se han escrito millones de tuits y se han compartido millones de vídeos y fotografías. El mensaje generalizado es que se había atacado a la libertad de expresión.
En tertulias con familiares y amigos he escuchado de todo y me han preguntado mi opinión. Primero por el vídeo en el que se ve a un terrorista rematar a sangre fría a un policía en plena calle. ¿Por qué se emiten esas imágenes? Supongo que muchos se lo han preguntado porque hasta la Defensora del Lector de El País publicó el domingo un artículo justificando la decisión del diario de reproducir el momento.
No sé qué opinará la familia del fallecido pero imagino que en momentos de dolor da igual todo porque lo perdido, perdido está.
Para mi sorpresa pasó desapercibida una imagen también lamentable. El domingo se convocó una macromanifestación en París a la que se apuntaron todos los líderes políticos europeos, algunos populistas de África y nadie de Estados Unidos. Millones de personas tomaron las calles de la capital francesa y esas fotos fueron portada de los periódicos del lunes. Entre ellas, lógicamente la de los políticos. Eso sí, bien de cerca para que no se notara que estaban sólos, en una calle alejada del pueblo, apartados, como si la sociedad no fuera con ellos. Así me explico que no hubiera ningún americano, ellos saben manejar la imagen como nadie.
Un periódico de Israel fue más lejos y borró con photoshop a las tres mujeres que salían en la foto. Se cargaron a la mismísima Angela Merkel pero las muestras en defensa a la libertad de expresión ya estaban agotadas. El cupo fue suficiente y ningún político salió a reprochar lo ocurrido con el diario ultraortodoxo. Igual que nadie se sorprendió al comprobar que Associated Press compartiera una amplísima galería de la salida a la calle del nuevo número de Charlie Hebdo pero curiosamente en ninguna de las imágenes se viera el dibujo de la portada. Aquí sí censuraron, en el vídeo del atentado no.
No vale con dar la cara.
José Manuel García-Otero