Javier Montes, periodista
El directorKevin Smith, autor de la inteligente y fabulosa Clerks, imagino que conMallrats (1995) sólo buscaba ofrecer entretenimiento y lo consigue. A lo largode los noventa minutos que dura el rodaje logra que te rías y, pese a lainocencia de la trama, engancha hasta el final al espectador. Buscó el humormás irreverente y chabacano y lo encontró. ¡Qué más se puede pedir de unapelícula de se rango!
La películatrata sobre unos personajes T.S. y Brodie- a los que les faltan algunosveranos para madurar aunque lo último que quieren es crecer. Su hobby es dormiry pasar el día toda la película transcurre en una jornada- en un centrocomercial, sin olvidar a las chicas (una es Shannen Doherty, Brenda enSensación de Vivir). Ellas les plantan, ellos les enamoran. Los chicos son unosperdedores triunfadores, son felices y nos contagian. Son frikis, muy frikis.Logran que la película sea la Fórmula Uno de las paridas, es decir, lastonterías se suceden a tal velocidad que enganchan al espectador. Es unachorrada detrás de otra pero con guasa y buen humor. Perfectamente digerible,nada de productos básicos para matar hora y media de vida. Con Mallrats unopasa un rato agradable y eso que el final es blando y previsible, salvando laaparición de un orangután en el último segundo que deja claro que el directorzanjó la cinta a toda prisa. ¿Cómo colocar a todos esos protagonistas, líderesde lo absurdo, en un final coherente? Imposible. Pero quien quiera ver un finalromántico y algo sesudo que no meta Mallrats en su DVD. Esta película es parareírse y olvidar los problemas que tenemos. Yo lo hice y la disfruté.