Los días nunca vienen solos, siempre llevan consigo un cargamento de esperanza e ilusiones rotas. Los días son hermosos si el dolor no te traspasa y rompe de una patada tu puerta. Hay días que nacieron sin primavera, sin una sonrisa que poner en la ventana; otros días la luz llega a tu casa y entra sin llamar porque el futuro no avisa, simplemente te abraza y cubre tu cuerpo con un silencio invisible.
Hoy tampoco llegó carta y seguiré esperando a esa estrella que guiará mis pasos por esta calle que huele a indiferencia. Hoy es cualquier momento de la semana de un hombre que perdió su sombra pero no su mirada. El hombre que caminó con la frente erguida y el corazón arrugado, aquel que buscó en los portales un trozo de futuro y olvidó sus zapatos.
Hoy no existen recuerdos de carne en medio de un paisaje árido como el lienzo de un pintor sin memoria. Solo la mano firme de un hermano te salvará del desastre o la respuesta ilusionada de un niño que quiere caminar solo. Tienes hambre de sueños y no sabes que ayer nació descalzo, pero sientes que tu pecho aún vive bajo mi manta y no sabes mi nombre. Miras al espejo y ves un papel arrugado que espera al viento y a la noche, aunque la noche no llega.
José Manuel García-Otero