Llegan días de viento y sombras, de luces y risas; buscas bajo la carpa inmensa de la vida un gramo que traiga esperanza, un algo ardiendo donde sentir que no te hundes más allá del llanto pasajero; ese muro que no es de todos y esconde lo que hay más allá, puede que un paisaje huérfano de dolor o la quebrada del diablo.
Nos robaron la brújula y vamos perdidos enmedio de un horizonte que no lleva faros, que nos azota cobardía, que te diceque existes ese día que nunca pasa nada y ese día roba una parte de nosotros.
No estás perdido: te dejaron con la nadapuesta y un vacío delante de tus ojos. Ahora caminas y tus manos te dicen queencuentres otras manos y tu piel se está quedando seca por tanta soledaddesnuda.
Ellos te dicen que mañana será otro día, peromañana siempre es mañana y nunca llega, y esa esperanza se queda enganchadaentre cuchillas de acero; a ellos no les importa tu sangre, solo el cómputo delos números que emboques en la cuenta de resultados y el sudor vertido en elesfuerzo.
Ellos no llorarán tu caída, mirarán a la otraorilla del río y buscarán un sustituto fiel, otra espalda menos gastada por elsol, un silencio menos sospechoso.
En estos días últimos del año, la risa es detodos y también los abrazos; buscamos ese calor de los amigos y huimos del filohiriente de la indiferencia. No pienses que andas solo por esta calle queescupe desesperación. Párate y mira: también estamos nosotros. Todos queremoslo mismo: una sonrisa que nos traiga el viento. Tu abrazo. Y que devuelvan lalibertad que nos robaron.
Foto: Carmen Vela
Laura Bellver