Por Estefanía G. Asensi, crítica taurina
Más de un año le ha llevado al diestro José Tomás recuperarse de la fuerte cogida que sufrió en abril de 2010 en Aguascalientes, pero por fin ha llegado el momento de que el de Galapagar se vuelva a enfundar el terno. Hay fecha, plaza y cartel. Será el próximo 23 de julio en Valencia y el cartel es el siguiente: Toros de El Pilar para Juan Mora, José Tomás y Arturo Saldívar.
Bien. Nos alegramos de que José Tomás reaparezca, de que la plaza se llene, de que los alrededores del coso estén repletos de aficionados a los toros y de tener el abono comprado, ¡no sea que nos quedemos sin entrada! Pero por pedir, podríamos pedir un cartel más redondo; no hace falta que sea un mano a mano con Ponce, aunque nos gustaría. Se trata simplemente de rematar un cartel para una plaza de primera categoría. Claro, que si empezamos a ver qué carteles hay rematados en la feria de julio, si somos honestos, hay uno o dos a lo sumo.
Por supuesto que la feria de San Jaime no es la de Fallas aunque nos pese- y no es de extrañar que, en consecuencia, Simón Casas haya querido rentabilizar la feria. ¿Cómo? Contratando a José Tomás y bajando el caché en otros carteles. Hasta aquí, todo comprensible. Pero ¿qué ocurre con la gente que va a la plaza a ver a Ponce, Juli, Perera, Talavante, Morante, Cid, Aguilar, Rafaelillo y también a José Tomás? Pues que se van a quedar con las ganas. ¿Qué verán hacer el paseíllo a varias figuras? Vale. Pero no nos engañemos, no en competencia directa entre ellas.
A los aficionados no se les tapa la boca sólo con traer a José Tomás, quieren más figuras, más rivalidad, más variedad de encastes y de hecho así lo piden. Lo piden por dos motivos: porque Valencia se lo merece y porque la plaza está gestionada por un empresario calificado a sí mismo como “productor de arte”. Pues bien, dejemos que Simón Casas produzca arte, arte a partir de buenos carteles, empezando por ahí.
Ahora bien, cabe la posibilidad de que la que ahora escribe sea un tanto ilusa al pensar que un empresario no va a mirar tanto por su bolsillo, sino por los aficionados y abonados que pasan por taquilla feria tras feria. ¡Toda una utopía, por lo visto! Y esto no significa en absoluto que no queramos ver a José Tomás y que no nos guste como torero, todo lo contrario. Pero sobre todo nos gustaría disfrutar de José Tomás y otras figuras más.