En España, los burros no vuelan aunque conozco a gente que sí podría hacerlo. O parecerlo. O simularlo. O imponerlo. En España, el sol no calienta espaldas de seda, pero revienta los cuerpos que nacieron en la oscuridad de la noche y se consumen, minuto a minuto, bajo el yugo despiadado del olvido. En España raptaron al hombre de la calle y lo ataron a una noria que siempre da vueltas sobre su propio destino.
La peor forma de injusticia es la justicia simulada, dijo Platón y a punto estuvo de morir apedreado. En España visten a la Justicia de traje negro y sonrisa de dinosaurio; los jueces dictan sentencia y puedes ir a la cárcel por decir que Dios nunca fue a misa o que un primo real durmió una noche con tu madre. Pero los asesinos y estafadores siguen mostrándose en los veladores de la calle principal, escribiendo discursos y dictando leyes que bailan con ritmo de Mozart y se exhiben en las alfombras rojas de la corrupción.
La Justicia en España es un Titanic que nunca conoció el hielo y se aloja en los camarotes de lujo; en sus bodegas se encuentra la otra gente, esa que sabe que la lluvia se agita y nos dejó la piel como el desierto. La justicia en España siempre mira en la dirección contraria de los justos, cuando los justos tienen los bolsillos rotos y el corazón arrancado.
La Justicia en España es un oso de peluche, el traje usado de un torero cansado de cornadas, un frasco de palabras vacías a punto de morir en el contenedor, el invierno varado en las rocas de una noche de insomnio
La Justicia en España es tan injusta que nació y no la llamaron Justicia; Justicia se apellida Injusticia y es tan pobre que se fugó una mañana y no durmió con nosotros.
@butacondelgarci
José Manuel García-Otero