El espejo del tiempo

Por David Barreiro, escritor y periodista

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No sé si a ustedes, queridoslectores, les pasa algo parecido. El caso es que yo, ante un estímulodeterminado respondo siempre de la misma manera. Quizás es debido a que soyvulgar y previsible o, simplemente, porque hay acontecimientos en la vida queque nos marcan para siempre.

 El sábado pasado, por razonesque no vienen al caso, me miré en el reflejo convexo de un timbre, mi rostrodeformado por esa curva que trastoca la realidad conocida, y de inmediatorecordé Rayuela y el día que ladescubrí, hace quince años, noviembre quizás.

 Porque cada vez que busco micara en el fondo de una cuchara, en un espejo cóncavo, en tus ojos de miel, meviene a la memoria aquella tarde, noviembre quizás, que tropecé con Rayuela,con Cortázar, con ese capítulo 32, la inolvidable carta que la Maga le escribea Rocamadur.

 Ha pasado el tiempo, hanllegado muchos libros, se han ido muchos amigos, la luz se ha apagado tantasveces. Sé que Rayuela es una novela imperfecta, puede que sobrevalorada, a lo mejorexcesiva. Sin embargo, es un libro que nunca olvidaré porque un pedazo de mivida quedó atrapada en sus páginas y solo regresa cada cierto tiempo, como unave migratoria, como un constipado, como un primo lejano, cuando me veoreflejado en un timbre, en el fondo de una cuchara, en tus ojos de miel.

 Cuánto me gustaría ser capazde escribir algún día algo tan excesivo, imperfecto y sobrevalorado comoRayuela, algo que condensara la belleza trágica de este mundo, algo así:

 “Esasí, Rocamadur. En París somos como hongos, crecemos en los pasamanos de lasescaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo eltiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende loscigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadur, y comoPerico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah,no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados,acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, yafuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o unagotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadur, mucho más que en el campo, y lascosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres conque Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tanpoco, un buen abrigo, unos zapatos en los que no entre el agua, somos muysucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadur, las camashuelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duermey el libro va a parar debajo de la cama, hay peleas terribles…”


Porque pasa el tiempo y memiro en el espejo y no adivino en él más que la postilla que el pasado hadejado en mí, una costra de sangre y palabras secas que ya no volverán, comoese tarde de hace quince años, noviembre quizás, que descubrí Rayuela.

Estefabía G. Asensi

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