Los cuadernos de Darwin: selección natural

Si hacemos una lista con los veinte o treinta científicos más influyentes de la historia, sin duda Charles Darwin estará entre ellos. Su teoría de las selección natural redefinió nuestro espacio en la naturaleza y nos obligó a replantearnos, hasta cierto punto, nuestro antropocentrismo. Pero ¿y si Darwin hubiese tenido una motivación oculta para formular su teoría? ¿Y si su relación con lo salvaje tuviese un cariz diferente al que todos conocemos? Esa es la premisa sobre la que Sylvain Runberg construye Los cuadernos de Darwin; y es una premisa más que sugerente.

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Inglaterra, 1859. El naturalista Charles Darwin ha publicado el Origen de las especies y la biempensante sociedad británica está horrorizada por la teoría de la selección natural que se anuncia en la obra: el hombre es un animal más que, ni mucho menos, fue creado por Dios a su imagen y semejanza. Sin embargo este prejuicio no disuade a determinados miembros del gobierno de contactar con Darwin para que les ayude a solucionar varios macabros asesinatos ocurridos en Yorkshire. Y es que, después de conocer su teoría, hay quien piensa que el naturalista es el único con la mente lo suficientemente abierta para penetrar la verdadera naturaleza de las bestias. Por terribles que estas sean.

 

Darwin viaja al norte para encontrarse una comarca aterrorizada en la que las desapariciones se suceden y en la que a menudo el campo amanece sembrado de cadáveres mutilados. A veces son reses muertas pero, cada vez con más frecuencia, son trabajadores del nuevo ferrocarril que se está construyendo. La cercana ciudad de York vive aterrorizada y, cuando un grupo de neopaganos que pretende recuperar el druidismo se instala en la zona, se desencadena la histeria.

 

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Los cuadernos de Darwin es un relato de terror victoriano a medio camino entre las historias de hombres lobo y los relatos paranormales de Arthur Machen. A modo de crossover entre Jack el Destripador y el sabueso de los Baskerville, el ambiente navega continuamente entre las aguas del terror sobrenatural donde lo verdaderamente importante son los ambientes: lúgubres, opresivos, siniestros y tremendamente sugerentes; un acierto sin duda en lo gráfico que debe su efectismo a los lápices del español Eduardo Ocaña. El responsable de la historia, por su parte, es el belga Sylvain Runberg, un guionista conocido principalmente en España por la adaptación de la trilogía Millenium o la estupendísima Warship Jolly Roger.

 

Con una trama bien hilada, personajes interesantes y un apartado gráfico sobresaliente, la integral de Los cuadernos de Darwin es una buena alternativa para los aficionados al terror de antes con un toque un poco más salvaje. Además, la edición que ha hecho Yermo en España es impecable, como viene siendo habitual en los lanzamientos de esta editorial. Una opción más que recomendable, sin duda.


@elplumilla

Lorena Padilla

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