Además de la ciencia-ficción hay un género en el que la industria gala del cómic siempre ha demostrado una frescura sorprendente, el de la fantasía. Sin los condicionantes de verse obligados a recurrir a los tópicos más recurrentes de la literatura anglosajona (ya sabéis como son los franceses en eso de buscar la inspiración al otro lado del Canal de la Mancha), el cómic fantástico francés cuenta con algunos títulos muy recomendables. Lanfeust de Troy es sin duda alguna uno de ellos. Tal vez no sea el más importante ni el más famoso pero sin duda es uno de los más divertidos.
Lanfeust es un aprendiz de herrero en el mundo de Troy, un lugar en elque todos sus habitantes tienen algún tipo de poder mágico. Algunos son másútiles que otros y van desde hacer hervir el agua hasta fundir los metales. Undía Lanfeust toca por casualidad una espada cuya empuñadura, hecha con elmarfil de un animal casi mitológico, le confiere el poder absoluto de absorbery replicar los poderes de todos aquellos con los que se cruza. Empieza entonces un camino que llevará aLanfeust a la capital del mundo de Troy, donde se enfrentará con el pirataThanos que, desafortunadamente, también tiene el don de volverse invenciblecuando toca ese marfil mágico.
En su viaje Lanfeust reunirá un grupo de héroes dispares en el que nofalta, incluso, un troll maloliente que siempre deambula envuelto en moscas (yque, por cierto, es uno de los mejores personajes de la historia). Con ellosrecorrerá la geografía de Troy y nos llevará a conocer un mundo que enocasiones resulta sorprendente.
El mundo de Troy es obra de la imaginación del guionista Christophe Arleston que ha consagrado aeste universo buena parte de su trayectoria como autor. De hecho Troy hacrecido mucho desde que se publicó este Lanfeust de Troy en 1994. Hoy en día esuna franquicia bastante extensaque cuenta con sus propios videojuegos, juegos de tablero e, incluso, una seriede televisión para niños.
Lanfeust es solo la primera serie ambientada en este mundo y quizátambién sea la mejor. Arleston ha llegado a escribir hasta diez series másambientadas en este universo que profundizan en algunos personajes secundarioso, incluso, que se centran en relatarnos las costumbres de las razas no humanasque pueblan Troy, como los gnomos o los trolls. Pero la historia, la frescurade los primeros números y las ilustraciones de Didier Tarquin brillan especialmenteen los primeros tomos.
Es cierto que el planteamiento de Lanfeustde Troy no es excesivamente original: un héroe humilde y ninguna pretensiónmás allá de vivir tranquilo en su aldea y de casarse con la chica a la quelleva años cortejando, descubre que tiene un don fuera de lo común. Entoncescomienza ese viaje iniciático que terminará por cambiarlo a él y que, además,influirá en el desarrollo del mundo que lo rodea. En realidad es el viejorelato de aventuras más tradicional, aquel que a lo largo de la historia ha cimentadolas historias épicas de una civilización tras otra, desde la Odisea o elGilgamesh hasta El Señor de los Anillos o la Historia Interminable. Ese planteamiento,sencillo y clásico, es el que hace de Lanfeust de Troy un relato tan divertido.Eso y Hebus, por supuesto. Desde que leí El Hobbit no había visto un troll tandivertido.
Adrián Cordellat