Quizá sea que el Lado Oscuro, como dijo Yoda, es más atractivo. Pero el caso es que el crimen organizado siempre ha ejercido un extraño influjo en la narrativa. Sobre todo en la más popular, desde la novela negra y pulp hasta el cómic. Claro que también es posible que el mérito sea de Coppola y de Mario Puzzo porque si hay una rama criminal que ha ejercido una influencia determinante a lo largo del siglo XX, esta ha sido sin duda La Cosa Nostra. La mafia italoamericana de la Costa Este que, también en el cómic, ha explotado este atractivo desde una monumental pentalogía.
La historia comienza en el LowerEast Side neoyorkino, losinfaustos tenements donde losrecién llegados inmigrantes europeos se hacinan soñando con escapar de lamiseria y rozar, aunque sea con las yemas de los dedos, las migajas del gransueño americano. Allí los estadounidenses de segunda generación -hijos deitalianos, de irlandeses o de judíos centroeuropeos- ratean por las callesbuscándose la vida y empezando a darse cuenta de que, si quieren llegar a seralguien en la vida, si quieren olfatear aunque sea el Big Business, no les va a bastar con trabajar de sol a soldescargando pescado o cosiendo botas como hacen sus padres. La calle mueveotros negocios más turbios a través de los cuales, sin embargo, los dólaresempiezan a afluir a raudales a sus agujereados bolsillos. Sus apellidos son Luciano, Capone o Lansky y su sangrientahistoria es ya parte de la leyenda.
Con un afán de reconstrucción casi enciclopédico, el guionista David Chauvel y el guionista Erwan Le Saëcacometen la titánica empresa de relatar de manera ficcionada la historia delcrimen organizado norteamericano vinculado a las grandes familias de la CostaEste. Casi cien años de mafia que abarcan desde esos humildes inicios hasta lasgrandes ofensivas federales de finales del siglo XX. Un trabajo minucioso quecuida al detalle cada uno de los elementos de la reconstrucción para tratar dereflejar un retrato lo más exhaustivo posible.
Ambos aspectos, dibujo y guion, se sustentan en la minuciosidad de lohistórico. La Cosa Nostra es un comic exhaustivo en todos sus aspectos y eltrabajo de Le Säec y el de Chauvel es impecable. El primero reconstruyevisualmente todas las épocas retratadas con rigurosidad no sólo en lo relativoa vestuario u objetos cotidianos. La ciudad de Nueva York evoluciona en susdibujos de la misma manera en la que lo hace la propia mafia. El segundo recoge la historia de todos y cadauno de los protagonistas que tuvieron algo que ver en la creación de lasgrandes familias del crimen organizado.
La sensación de familiaridad en el resultado es constante. Conocemos alos protagonistas y su violenta historia. Son personajes que han llegado hastanosotros mil veces, sobre todo a través del celuloide y las viñetas de Le Säeclogran recrear precisamente esa estética cinematográfica del noir clásico sin renunciar a su realismohistórico. Por eso a través de las páginas y los dibujos es imposible que noacudan a la cabeza nombres
como Scorsese, Sergio Leone, Coppola o, incluso, esareciente joya audiovisual que es BoardwalkEmpire. Pero para qué engañarnos; incluso la sombra de TonySoprano es alargada puesto que, a fin de cuentas, las historias que relatanestos cómics son las de sus abuelos.
Para qué vamos a engañarnos. La Cosa Nostra no es un cómic fácil paraleer de un tirón mientras uno está prestando atención a otras cosas. Esminucioso, denso, complejo Es una obra cargada de historia, de política y desociología. También de violencia. Además, por supuesto de esa exhaustividad dela recreación que va desde los escenarios, vehículos y armas en lo visual, alos nombres, tramas y conflictos en lo narrativo. Un trabajo de documentaciónque queda manifiesto en las innumerables notas al final del cómic y quesupondrán una fuente inestimable de información para cualquier con ciertointerés, no sólo por el género negro, también,para los fans de la historia del siglo XX.
Javier Montes