Hubo, hace diez o doce años, una eclosión literaria de tramas pobladas de templarios, masones y conspiradores de diferente pelaje que urdían en las sombras secretos que prometían acabar con los cimientos de la cristiandad. Afortunadamente queda ya lejos la resaca de aquel Código da Vinci que puso de moda semejantes tramas. Y dado que el verano es un tiempo de lo más apropiado para la aventura, esta semana traigo un cómic europeo que, precisamente recuerda esas oscuras conspiraciones religiosas. Eso sí, se publicó antes que la obra de Dan Brown: El tercer testamento.
La acción se desarrolla a principios del siglo XVI, apenas unos meses antes del famoso viernes 13 de octubre de 1.307 el día en el que se desencadenó la persecución contra la Orden del Temple. Pero El tercer testamento no es un cómic sobre la caída de los templarios. O no directamente. Porque lo que la obra nos cuenta es una conspiración que ha vivido oculta en el seno de la Iglesia católica. Una conspiración cuyo objetivo en realidad es preservar a la Humanidad de la llegada del Anticristo y del advenimiento del Apocalipsis.
Una joven huérfana, Elizabeth de Elsenor, y el conde de Marbourg, antiguo inquisidor reconcomido por sus propios pecados, se embarcan en una cruzada que los llevará a recorrer media Europa. Desde los bosques de Bohemia hasta las escarpadas costas de Escocia, pasando por la Toledo recién reconquistada y por la metrópolis que entonces era París, ambos deben emprender un viaje en pos de uno de los secretos mejor guardados de la Cristiandad, la revelación que hizo Dios a un oscuro discípulo de Cristo que nunca apareció en las Escrituras, el Tercer Testamento cuyo poder más terrible es el de acabar para siempre con la Creación.
Se inicia así un relato de aventuras trepidante, con sabor a Dumas y a Salgari. Combates con espada, incursiones en viejas criptas que albergan bibliotecas míticas o, cómo podía faltar, la huida desesperada de un castillo en los confines del mundo. El tercer testamento es una ficción bien resuelta cuyo ritmo no decae en ningún momento. A lo largo de los cuatro volúmenes que recogen la historia, el guion de Xavier Dorison avanza implacablemente sin darnos un segundo de tregua.
Lo acompaña, excepcionalmente bien, el dibujo minucioso y realista de Alex Alice; un buen ejemplo de la calidad que los vecinos galos le imprimen al apartado gráfico de sus historietas. Abundan los escenarios naturales, los viejos castillos milenarios y, como no podía ser de otro modo en una historia de corte medieval, las violentas peleas con todo tipo de armas antiguas.
Pero aunque la acción está presente y es importante en la trama, el valor principal de El tercer testamento está en su gusto por la vieja epopeya. Las reminiscencias al cine de Spielberg, a Indiana Jones y a la caza de tesoros ocultos por miles de años de historia harán disfrutar a todos los aficionados al género de aventuras.
D.C.