American Century: el patio trasero de la Guerra Fría

Años después de convertirse en un medio de masas, el cómic vivió un segundo renacer en la década de los cincuenta. Esa Edad de Plata del cómic, como se conoce, marcó generaciones de creadores no solo de viñetas si no de cine, televisión, etcétera. Tal vez por eso son frecuentes las series que vuelven recurrentemente a esa época tanto en temática como en ambientación. Una de esas series, tal vez no demasiado conocida, es la propuesta de esta semana: American Century.

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Harry Kraft es un antiguo veterano de la segunda guerra mundial que vive escondido en la selva guatemalteca después de haber abandonado su hogar en EEUU y haberse inventado una nueva personalidad con la que termina por embrollarse en protagonista de la Guerra Fría. En los 50, Latinoamérica era el patio trasero de los EEUU y allí fue donde CIA y KGB mantenían un enfrentamiento larvado que derrocaba regímenes y encendía la mecha de una docena de revoluciones cada año. Así es como Harry se gana la vida, jugando a dos bandas entre los contendientes, entre los capitalistas y los comunistas. Manipulando a unos y a otros para sacar provecho del conflicto y medrar en este siglo americano.

 

Concebida por el veterano autor Howard Chaykin, American Century es una obra algo cínica y bastante mordaz, casi como el reflejo amargo de los tebeos de propaganda de los propios años cincuenta. Harry Kraft no es un tipo agradable y simpático. [Img #22899]
Pero no es el único; prácticamente la totalidad de los personajes que desfilan por sus páginas tienen una dudosa moralidad que los lleva continuamente a mentir, manipular y enfrentarse de manera directa o indirecta para tratar de lograr sus objetivos.

 

El arte corre a cargo de David Tischman quien compone viñetas influenciadas fuertemente por los títulos más representativos de la época, sobre todo en el género de aventuras y, quizá también, el género bélico. No es un arte especialmente brillante. De hecho copia algunos de los vicios de los cincuenta como un diseño de personajes poco cuidado, sobre todo en el caso de los secundarios. Sin embargo es atractiva la manera en la que se recupera ese aire retro en las viñetas.

 

En general no se trata de una obra profunda y compleja como muchas de las que se han reseñado aquí. De hecho esa es quizá la característica principal de American Century, su fidelidad a un arquetipo pretérito sin perder demasiado tiempo en actualizarlo. Los argumentos son sencillos, los personajes poco complejos y, aunque estos elementos podrían parecer en un principio, típicos de una obra para niños, hay dos elementos que la sitúan a años luz del público adolescente que compraba aquellos tebeos de los cincuenta: de un lado, el contenido es muy explícito, sobre todo en lo tocante a la violencia; por otro, los conflictos que se relatan están bastante bien documentados y, en ocasiones, el cómic se acaba convirtiendo en una lección de política exterior norteamericana de los 50, lo cual no deja de tener su interés en cierto modo.


@elplumilla

David Casas

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